24 de abril de 2016

LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SIÓN


Los Protocolos de los Sabios de Sión es un panfleto antisemita que se le atribuye a los judíos sionistas, la realidad es que fue preparado por la policía rusa en el año 1903, y que vio la luz por primera vez en Londres en 1919.

El texto era la supuesta transcripción de unas hipotéticas reuniones de los Sabios de Sión, en la que detallaban los planes para ejecutar una conspiración judía, que estaría controlada por los masones y los movimientos comunistas, y extendida por todas las naciones de la Tierra, y que tendría como final el hacerse con el poder mundial.

En teoría, estas reuniones se llevaron a cabo en el Primer Congreso Sionista de Basilea, en Suiza, del 20 al 31 de agosto de 1897, y estaba presidido por Theodor Herzl, pero no hay pruebas que lo demuestren.

En el año 1921, PH. Grave pudo probar que se trataba de una obra que nada tenía que ver con los judíos y que la había preparado la policía rusa con el fin de desacreditarlos ante la opinión pública internacional.

A pesar de ello, es el libro sagrado del antisemitismo, al demostrar falsamente las ambiciones de poder universal de los judíos. Durante los primeros quince años, los Protocolos tuvieron muy poca influencia. A partir de 1917 se vendieron millones de ejemplares en más de veinte idiomas. Casi todos los Protocolos fueron plagiados del libro “Diálogo en los infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu” escrito en 1864 por Maurice Joly, autor satírico. A la vez, Joly, tomó “prestado” algunos párrafos de una novela muy popular de Eugène Sue llamada “Los misterios de las personas”, en la que los conspiradores eran los jesuitas. Los judíos no aparecen en ningún momento en ninguna de las dos obras.

Al ser ilegal criticar a la monarquía en Francia, lo imprimió en Bélgica y lo pasó de contrabando al país galo, pero no tuvo suerte, la policía confiscó gran parte de las copias. Joly fue juzgado en 25 de abril de 1865 y condenado a quince meses de prisión.

Los Protocolos pasaron a formar parte de la propaganda nazi para tener una justificación por su persecución a los judíos. Se convirtieron en lectura obligada para los estudiantes alemanes. Henry Ford financió varias ediciones del folleto ruso y ayudó a su decisiva difusión.

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