GRAN ZIMBABWE
Las creencias religiosas tenían un gran interés en la existencia de los habitantes de Zimbawe. Algunos animales eran tabú y nadie tenía derecho a matarlos, ni siquiera cuando se les encontraba entre los matorrales o los cultivos. El reino de los espíritus y el universo animal estaban asociados. Los sacerdotes no tenían suficientes conocimientos astronómicos.
El primer rey descendía de la unión de la luna con la estrella matutina. Algunas princesas practicaban continencia sexual completa, siguiendo el ejemplo de la casta diosa encarnada por la estrella matutina. Otras las Wasarre, tenían que conceder los deseos y exigencias de los hombres. Los himnos sagrados que cantaban los hombres, para pedir la lluvia contenían menciones muy directas a las Wasarre: “Si las Wasarre no cumplen con su obligación, no lloverá”. Normalmente, estos hombres realizaban la continencia sexual y no cometían excesos.
En Zimbabwe, la existencia estaba reglamentada por preceptos de naturaleza cósmica. Las mujeres del soberano estaban repartidas según una rigurosa jerarquía. En primer lugar la primera mujer, quien compartía el lecho real. La costumbre quería que hubiese nacido del mismo padre y de la misma madre que el monarca. La celebración de las nupcias reales daba lugar a una ceremonia solemne; la unión del rey y su esposa no tenía lugar en una habitación del palacio, sino en una terraza que estaba situada en lo alto de una torre. Las relaciones entre las concubinas y el rey estaban determinadas por consideraciones jerárquicas y por reglas cósmicas.
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