3 de enero de 2015

HISTORIA DEL AFEITADO


El hombre primitivo se rasuraba la barba con conchas marinas, de eso hace más de veinte mil años. Ese afeitado se realizaba en seco. Los egipcios utilizaban navajas de afeitar, las primeras de oro macizo, y más tarde de cobre. Con ellas los nobles se rapaban la cabeza y colocaban sobre sus calvas unas elaboradas pelucas. Los sacerdotes egipcios se afeitaban todo el cuerpo cada tres días. En la Edad de Hierro, los guerreros eran enterrados además de con su espada, con su navaja de afeitar.

Los romanos ya tenían barberías públicas donde acudían a afeitarse. Tito Livio aseguraba que en Roma el afeitado era habitual. Cuando el general Escipión el Africano (236 a. C-183 a C.) decidió afeitarse todos los días, el afeitado se asentó definitivamente. Por primera vez el acto de afeitarse se celebraba como si fuera una ceremonia de iniciación para los adolescentes. Se le llamaba “Depositio Barbae”, se celebraba con un gran banquete al que asistían amigos y conocidos, y que era precedido por el acto de cortar, el tonsor (barbero) una porción de la primera barba del adolescente, ese vello era ofrecido a la divinidad, y después se guardaba en cajitas de oro, plata o cristal, según el nivel social de la familia.

Los griegos se rasuraban los carrillos y se arreglaban sus enormes bigotes. Los amerindios se afeitaban utilizando conchas de molusco que utilizaban como si fueran unas pinzas, quitándose los pelos uno a uno, se los quitaban unos a otros mientras mantenían largas conversaciones.

En la Edad Media se perfeccionó la navaja de hierro. La navaja de acero tardó un tiempo en aparecer, lo hizo en el siglo XVIII, en Inglaterra. En 1771 Juan Jacobo Perret inventó un aparato con el cual casi era imposible cortarse.

King Camp Gillette fue el que verdaderamente avanzó en la manera de afeitarse. Su jefe, que había inventado un tapón de botella de un solo uso, le pidió que inventara algo que se pudiera utilizar una sola vez y luego se tirara. Así que, un día que se afeitaba, Gillette, se dio cuenta de que lo único que necesitaba para afeitarse era el filo de la navaja. Se sentó y le escribió a su mujer: “Querida, ya lo tengo, la fortuna nos aguarda. Ven”. Gillette patentó su invento en 1901. Con su socio, William Nickerson, lograron vender, en 1903, 151 maquinillas y 168 hojas de afeitar. Al año siguiente vendieron 90.000 maquinillas y más de doce millones de hojas de afeitar.

En 1928, Jacob Schick, inventó la máquina de afeitar eléctrica. Las maquinillas de Gillette empezaron a descender en sus ventas. La máquina eléctrica se puso a la venta en 1931.

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