4 de febrero de 2023

LUJURIA EN LA EDAD MEDIA



En la Edad Media creían que los lomos eran el centro de la lujuria de los hombres y del poder del diablo, por esa razón, San Jerónimo se los flagelaba. En el caso de la mujer, el centro estaría en el ombligo.

En 1551, el doctor Luis Lobera de Ávila ya decía que “jamás había tenido que dar consejos o remedios por enfermedades producidas por la continencia, y si, por el contrario, a los que excedían en esas funciones”. En 1597, el doctor Blas Álvarez Miraval era muy  duro con esas personas, opinaba que “los cuerpos de los lujuriosos con su concupiscencia arden y se calientan, y a acabada la lujuria hieden como sentinas de navío por ofender universalmente a todos los miembros del cuerpo humano”.

En una obra del siglo XIX se pueden encontrar descritos los síntomas del lujurioso: “Se quedan obtusos sus sentidos, le escasean y aun le faltan las ideas, se embota su imaginación; se pervierten su juicio y buen criterio, la generosidad, el valor, el patriotismo, la alegría, el afecto y los violentos deseos que antes le animaban, todo desaparece dejando en su lugar la apatía más profunda y la postración más invencible. Y si, a pesar de la debilidad a que ya le han reducido las pérdidas seminales, trata todavía de irritar sus órganos y de continuar en sus excesos, no tarda en aniquilarse del todo, llegando a ofrecer una imagen triste de la muerte”.

En un tratado de la Edad Media se recomienda retozar desnudo sobre un campo de ortigas o introducir un dedo en agua hirviendo.

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