LOCAS TEORÍAS
Para los etoros, antiguos pobladores de las tierras altas de Nueva Guinea, los hombres nacían con una cantidad limitada de semen que tenía que racionar, si este se agotaba, moría. Por esa razón, los etoros evitaban las relaciones heterosexuales durante más de doscientos días al año. Las mujeres que incitaban a los hombres a abandonar ese período de castidad eran castigadas duramente. En caso de que la mujer lograse su objetivo, se pensaba que la única forma de recuperar el esperma perdido era ingiriéndolo mediante relaciones sexuales orales con otro hombre.
En una ocasión, Paracelso, describió una receta para fabricar un ser humano de manera distinta al proceso natural: “Se deja pudrir el esperma de un hombre en un recipiente durante cuatro días o hasta que comience a vivir, moverse y fijarse. Pasado ese tiempo, se parece a una criatura humana; pero aún es traslúcida y carente de cuerpo. Tras este tiempo, se nutre a diario y se alimenta cautelosa y prudentemente con el arcano de la sangre humana y se mantiene durante cuatrocientas semanas con el calor continuo e igual de un vientre equino; entones, se transformará en un bebé verdadero y vivo, con todos los miembros de que está provisto el nacido de una mujer, pero mucho más pequeño. Se trata aquí del denominado “homúnculo”, que después debe criarse con el mayor cuidado y celo, hasta que se desarrolle y comience a adquirir inteligencia”.
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