22 de febrero de 2023

CALDEROS MÁGICOS EN LA EDAD MEDIA

 

En la Edad Media, las brujas preparaban en la clandestinidad los calderos mágicos. Cada uno de ellos tenía una finalidad diferente. Algunas sustancias y líquidos servían para hechizar, matar o dañar a una persona. Los potingues se utilizaban para curar enfermedades. Los ungüentos para provocar la sensación de transformarse en un animal o de volar. Por último, los aliños y filtros amorosos forzaban la voluntad de la persona amada.

En esos calderos predominaban las sustancias tóxicas: hojas, raíces de plantas, peces, reptiles venenosos, metales y piedras. Cuenta la leyenda que las brujas robaban a niños sin bautizar y abrían las tumbas para robar cadáveres de los criminales, y de ellos utilizaba la grasa, las vísceras, uñas, carne, dientes, pelos…

Los ingredientes vegetales casi todos eran de la familia de las solanáceas. Algunas de esas plantas: clavelón, heliotropo, ortiga para alejar el miedo y atraer peces. Cardencha, para crear discordias. Pevencha, machacada y reducida a polvo, mezclada con gusanos de tierra hace nacer el amor entre hombre y mujer, siempre y cuando se mezcle con comida. Muérdago, que sirve para abrir todas las cerraduras. Beleño negro para reducir la locura. Bistorta para la fertilidad. Centaura menor, para provocar alucinaciones. También se utilizaban el lirio, poleo, cinoglosa, salvia, verbena, apio silvestre y rosa.

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