24 de octubre de 2018

JUAN DE ZABALETA Y UNA SEÑORA ELEGANTE


Juan de Zabaleta fue un cronista y escritor español del siglo XVII, pertenecía a la corte de Felipe IV. Escribió un tratado costumbrista donde relataba el día a día de los personajes del Madrid de la época, también de la corte real.

Sobre cómo se arregla una señora elegante, o que quiere serlo, dice:

“Amanece el día de fiesta para la dama; se levanta del lecho y entre en el tocador en enaguas y justillo. Se sienta en una almohada pequeña; engólfase en el peinador, pone a su lado derecho la arquilla de los medicamentos de la hermosura y saca mil aderezos. Mientras se transpinta por delante, la está blanqueando por detrás la criada.

En teniendo el rostro aderezado, parte al aliño de la cabeza. Péinase no sin trabajo, porque halla el cabello apretado en trenzas. Recoge parte de él y parte deja libre, como al uso se le antoja que es llevarlo crecido. Pónese luego lazadas de cintas de colores hasta parecer que tiene la cabeza florida.

Esto hecho, se pone el guadainfante. Este es el desatino más torpe en que el ansia de parecer bien ha caído. Échase sobre el guardainfante una pollera, con unos ríos de oro por guarniciones. Coloca sobre la pollera una basquiña con tanto ruedo que, colgada, podía servir de pabellón. Ahuécasela mucho porque haga más pompa.

Entra luego por detrás un jubón emballenado, el que queda como un peto fuerte… y las mangas abiertas en forma de barco, en una camisa que se trasluce. Lo que tiene muy cumplido el jubón, quizá porque no es menester, son los faldones, y tan cumplidos y tan grandes que, echados sobre la cabeza, pueden servir de mantellina.

Llega la valona cariñana, llamada así por ser tomada de la princesa de Carignan, que estuvo en Madrid, que es como una muceta con miles de labores. Ésta se prende todo alrededor del corpiño, y próxima a los hombros y escote. Por la garganta y sobre la valona corre un chorro de oro y perlas. Colócase como sobretodo un manto de humo, llamado así por lo sutil, quedando el traje transparentándose en el manto. Los guantes de vueltas labradas, la estufilla de marta, en invierno, y el abanico en verano, son los indumentos que completan este traje de la dama para salir a la calle en día de fiesta, el que de ordinario se viste también”.

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