ORIGEN DE LOS PENDIENTES

Los primeros pendientes de los que se tiene noticia eran de cornalina o piedra ágata roja, aseguraban que tenían la virtud de curar el dolor de estómago (a los pendientes, igual que a otras joyas, se les atribuían poderes mágicos.

En la antigüedad, el pendiente era utilizado tanto por hombres como por mujeres. La excepción eran los griegos que prohibieron su uso en los hombres, y los indios que solo permitían que los utilizasen los varones.

Los pendientes más antiguos conservados provienen de las tumbas egipcias y sirias. Son piezas de poco valor, aros con figuritas que cuelgan. En cambio, los pendientes de Ramsés II, a quien le gustaba tanto utilizarlos que guardaba una gran colección de miles de pares, eran una excepción y estaban fabricados con los mejores materiales.

El uso del pendiente terminó en la Edad Media, ya que los peinados de moda tapaban las orejas. En el renacimiento recobraron importancia, convirtiéndose en verdaderas obras de arte, con aplicaciones de esmaltes, piedras preciosas y perlas. En los siglos XVI y XVII, en España y el resto de Occidente los talleres de orfebrería introdujeron el engaste de piedras preciosas, sobre todo diamantes.

En algunas regiones de Europa se utilizaban como talismán. En civilizaciones como la persa, la babilónica y la hebrea, creían que los pendientes eran primordiales para luchar contra los hechiceros.