13 de diciembre de 2017

ORIGEN DE LA CONGELACIÓN DE ALIMENTOS


Desde la antigüedad el hombre se dio cuenta de las propiedades del frío para conservar los alimentos. Sabían que evitaba su descomposición y prolongaba su tiempo de uso. Utilizaban los pozos de nieve para ello o en los llamados “vasii nivarii” vasos de nieve por los romanos.

El primer uso del hielo, según parece, ocurrió en la ciudad caldea de Ur, hace cuatro mil años. Allí existían unos pozos de hielo para la conservación de los alimentos. De este pueblo aprendieron los griegos a tomar el hielo en forma de helados, e introdujeron el uso de pozos de nieve en la parte trasera de los hogares, prolongando la vida de éstos con gruesas capas de paja.

Los egipcios nunca utilizaron ese procedimiento, pero si elaboraban, los reposteros del faraón, helados. Los chinos ya usaban el hielo en el siglo IV, los emperadores almacenaban miles de bloques que luego troceaban, según las necesidades, especialmente lo usaban para elaborar sorbetes y helados.

En el siglo XVII, Francis Bacon intentó congelar un pollo, para hacerlo lo rellenó de nieve, que iba reemplazando cuando se iba derritiendo. No consiguió su objetivo.

En 1775, William Cullen obtuvo algo de hielo usando vapor de agua. El proceso de congelación se aceleraba añadiendo ácido sulfúrico, no tuvo éxito. En 1859, los hermanos Edmundo y Fernando Carré, inventaron una máquina para refrigerar jarras. Se trataba de un aparato productos de frío por absorción. En 1884, John Gorrie, creó una máquina frigorífica por aire, utilizando el principio de la expansión del aire, principio que ya se conocía en el siglo XVIII.

David Boyle, en 1872, utilizó amoniaco en el proceso del frío por compresor. Su sistema fue perfeccionado por el alemán Karl von Linde inventó una máquina enfriadora, en 1876. El mismo año Raul Pictet realizó en Londres congelaciones de pistas de patinaje sobre hielo artificial.

Después de la Primera Guerra Mundial, Clarence Birdseye descubrió que la clave estaba en la congelación rápida. En 1923 experimentó con carne de conejo. Su método era empaquetar los alimentos entre placas congeladas.

Los primeros alimentos congelados se empezaron a vender en 1930, en la ciudad norteamericana de Springfield. Poco tiempo después apareció el congelador doméstico.

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