SÁBADO
Sábado proviene del hebreo shabbath, descanso. Es el séptimo día de la semana hebraica. En el judaísmo el reposo sabatino era, y es todavía para los judíos ortodoxos, algo sagrado. En todo este día es obligatorio el reposo absoluto, no se puede condimentar comida, encender fuego, comprar o vender e incluso andar más de mil quinientos pasos. También está prohibido atacar al enemigo en tiempos de guerra, aunque estaba permitido defenderse en caso de ser atacado.
Para los hebreos, el origen de la festividad se basa en el Génesis, donde se dice que Dios, después de haber creado el cielo y la tierra y cuanto en ellos se contiene, al séptimo día descanso.
La palabra shabbath significa también aquelarre o asamblea que celebran diablos, brujos y fantasmas. En la Edad Media se creía que los hechiceros y las brujas se reunían las noches de los sábados en lugares apartados, conseguían allí por sus artes que les juntara el propio Lucifer, y presididos por éste celebraban orgías desenfrenadas, que se prolongaban hasta el canto del gallo. En muchas ocasiones estas creencias no eran simples fantasías, esas reuniones se llevaban a cabo, eran los conocidos aquelarres donde se rendía adoración al diablo.
Se decía que las brujas antes de llegar al lugar de la celebración se frotaban el cuerpo con ungüentos especiales que contenían: grasa del caldo de niños hervidos, preferiblemente sin bautizar, al que se añadía jugo de apio silvestre, acónito, belladona y hollín. Otros métodos eran por ejemplo comer los sesos de un gato o emborracharse.
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