MANI Y EL MANIQUEÍSMO
Mani, también conocido como Manes, nació alrededor del 215 en Mesopotamia, fue un líder religioso,
como pasa con todos los fundadores de religiones o imperios, las leyendas sobre
él pronto empezaron a sucederse.
Había predicado en público por primera vez el día de la
coronación de Sapor I (rey del imperio persa sasánida), tenía visiones de
ángeles y había viajado mucho, entre otros lugares a la India.
Su doctrina se centro en el dualismo zoroastriano, o sea, en
los ejércitos opuestos del bien y el mal, más tarde elaboró un conjunto de
mitos simbólicos que giraban a su alrededor.
Decía que había habido muchos profetas, entre ellos no sólo
se encontraba Zoroastro, también Buda y Jesús. Se consideraba a sí mismo el más
reciente y el último de ellos. Así que, Mani incluyó un poco de todas ellas en
sus doctrinas.
Predicaba la necesidad de retirarse del mundo, ya que éste
era el motivo del mal. Sapor I se sintió atraído por las enseñanzas de Mani y,
mientras reinó, pudo predicar libremente
bajo su protección. Después de la muerte de Sapor I, en el 272, se encontró
cada vez más en peligro. En el 274, reinando el hijo menor de Sapor I, Varahran
I, fue llevado a prisión y muerto.
Su muerte en el año 276, no significó el fin de sus
doctrinas. Estas se incrementaron, sobre todo en Mesopotamia. Poco a poco los
adeptos de Mani sufrieron persecuciones y fueron poco a poco empujados a las
fronteras y más lejos todavía.
Sobre el año 600, estaban concentrados en los dominios
sasánidas del extremo nordeste, pero habían conseguido adeptos en sitios tan
lejanos como China, también se popularizaron hacia el Oeste y entraron en el
Imperio Romano. En Roma Mani era conocido por la versión griega de su nombre, “Maniqueo”
y su doctrina se llamaba maniqueísmo.
El maniqueísmo gano gran popularidad y era el máximo rival
del cristianismo. San Agustín fue maniqueo antes de convertirse al
cristianismo. Los dirigentes cristianos persiguieron esa religión y progresivamente
la hicieron desaparecer. En otros lugares lejanos la creencia sobrevivió hasta
la Edad Media.
Las obras de Mani, “Las Sagradas Escrituras del Maniqueísmo”
se perdieron, y las conocemos gracias a las citas y comentarios de sus
enemigos.
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