ENGAÑOS DE LA HISTORIA
En 1900, debutó en Madrid la torera María Salomé, apodada la
Reverte. Tuvo siete años de triunfo por toda España, hasta que, en 1908, el
gobierno proclamó que era pecaminoso que las mujeres toreasen. La Reverte, con
miedo a no poder torear descubrió su verdadero sexo, se quitó la peluca, los
pechos falsos y sacó a la luz su verdadero nombre; Agustín Rodríguez. La jugada
le salió mal, el escándalo de la mentira se volvió en su contra, se le cerraron
todas las puertas, nadie quiso saber nada de él. Se cortó la coleta, se retiro
y murió sólo y desconsolado, sin que nadie olvidara el escándalo de su fraude.
Hay controversia en cuanto a su sexo, unos dicen que era mujer al nacer y otros
hombre.
En el siglo II a. C., Hiparco de Nicea, astrónomo de
Alejandría, dio a conocer unas teorías astronómicas que le sirvieron para
entrar a formar parte de la lista de los más ilustres científicos griegos de su
época. Un tiempo más tarde se descubrió que estas teorías las había copiado de
unos manuscritos babilónicos que había conseguido.
Durante la Ley Seca de Estados Unidos, se pusieron a la
venta unos zumos de frutas embotellados en los que se los que se leía; “Atención,
el contenido de este paquete no debe ponerse en una cazuela de barro, mezclado
con levadura y ocho litros de agua, porque entonces se obtendría una bebida alcohólica
cuya fabricación está prohibida”.
Herman Boerhaave (1668-1738), médico y químico holandés,
legó al morir un libro lacrado que se titulaba; “Los secretos más exclusivos y
más profundos del Arte Médico”, el libro, todavía cerrado, se vendió en una
subasta pública por 20.000 dólares en oro. Cuando el comprador lo abrió, vio
con asombro que las páginas del libro estaban en blanco, solamente se podía
leer una nota al final donde decía: “Conserve la cabeza fresca, los pies
calientes y hará empobrecer al mejor médico del mundo”.
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