3 de agosto de 2010

AMULETOS DE CORAL

En los pueblos dominados por el Imperio Romano, resultaba corriente ver colgado del cuello de hombres y mujeres un trozo de coral que llevaba grabado el nombre de la diosa de la noche, Hécate, la deidad griega. Se aseguraba que, a la vez que facilitaba los placeres nocturnos, protegía contra los imprevistos y las derrotas que pudieran proporcionar las tinieblas.

Esta cualidad protectora contra las sombras llevaba a las madres griegas a colocar pequeños collares de coral a sus hijos, a fin de que no murieran por accidente o enfermedad durante las horas de sueño.

También lo utilizaban los marinos, confeccionando un amuleto formado por un trozo de coral envuelto en piel de foca que ataban al mástil del navío para protegerse de las derrotas.

Según antiguos manuscritos ingleses, un pedazo de coral que llevara grabada una serpiente protegía del ataque de los enemigos.

Durante siglos, los hechiceros aconsejaban ingerir polvo de coral para protegerse de los hechizos y sortilegios.

Se han encontrado en tumbas de la Edad de hierro numerosos objetos elaborados con coral y, en yacimientos sumerios. Los antiguos egipcios le daban un significado religioso. Los judíos le daban tanta importancia como a la plata o el oro. Los celtas lo utilizaban para decorar sus armas.

Es el amuleto más eficaz contra la envidia y la calumnia y es también un potente afrodisíaco. Se le utilizaba también para prevenir la disentería, fortificar el corazón, aliviar los dolores de gota y curar afecciones cutáneas.

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