12 de agosto de 2010

ACUEDUCTOS EN LA ANTIGÜEDAD

Todas las civilizaciones antiguas construyeron acueductos. En China existen todavía canalizaciones antiquísimas, aunque la más antigua conocida es egipcia. Caldeos y asirios canalizaron las aguas mesopotámicas, los fenicios las del Líbano. También Grecia nos ha dejado maravillosos acueductos en Atenas, Samos y Siracusa, pero donde éstos alcanzaron la máxima perfección fue entre los romanos, quienes tuvieron como maestros a los etruscos.

Los romanos apenas utilizaron el principio del sifón, transportaron agua por la acción de la gravedad para los que construyeron canales que descansaban sobre arcos o muros con el fin de mantener el declive adecuado. Cuando la altura era muy elevada, construían dos o tres filas de arcos superpuestos. Impermeabilizaban el canal revistiendo la mampostería con una capa de estuco. Aunque casi siempre utilizaban la mampostería de piedra labrada, el Aqua Tepula romano (126 a. C.) estaba construido de hormigón en su mayor parte.

A finales del siglo I de nuestra era, Roma recibía agua por nueve acueductos que sumaban una longitud de más de 435 Kilómetros, comprendidos 50 kilómetros de arcos. El primero de los construidos, Aqua Appia (312 a. C.) recorría 11 kilómetros, el último Anio Novus, tiene 32 metros de altura en uno de sus extremos y se une cerca de la ciudad al Aqua Claudia (28-56 d. C.) para discurrir junto a él, pero en conductos independientes, sobre los mismos arcos.

Otros magníficos acueductos han perpetuado la huella del Imperio Romano en las que en su tiempo fueron sus provincias, por ejemplo los de; Nimes, Segovia, Tarragona, Mérida, Metz (Francia), Maguncia (Alemania), Antioquía y Pirgos cerca de Constantinopla…

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