EL ADOLESCENTE Y SU BRAZO

El adolescente se ha roto el brazo, fue una caída tonta entrenando a fútbol, pero la broma tonta, resultó ser el cúbito y el radio roto, con operación incluida.

Eso es horrible, lo sé, pero lo peor es convivir con él y su brazo.
Los primeros días como que te hace gracia que vuelva a la más tierna infancia y te necesite para todo, incluso para tomarse el flan, pero van pasando los días, y su madre y yo, estamos como un poco hasta el moño del niño.

Será la edad, seguro, pero a todo le pone pegas. Se queja de que todo el mundo le pregunta que le ha pasado, pero si no se lo preguntan se queja igual.

El momento del baño es el peor, mientras su madre lo baña, yo le aguanto el brazo, por supuesto su baño incluye sus calzoncillos, ya se sabe que a esa edad no se tiene lo que tenemos el resto de la humanidad, así que después del lavado de pelo, y el de cuerpo (sin incluir sus “partes privadas”), salimos las dos del baño, y él se lava su “territorio desconocido”.

Todavía nos queda un tiempo, pero la verdad, no nos podemos quejar, es buenísimo, y todos hemos tenido esos momentos raros, que cuando creces te das cuenta, que eran cosas de la edad.

Además con sus cosas, la verdad es que nos reímos muchísimo, incluido él.