EL CONSOLAMENT
El llamado “consolament” entre los cátaros era un bautismo de fuego y de espíritu (no de agua), un sacramento de salvación, una imposición de manos, y que garantizaba la salvación de quienes lo recibían. Si en el momento de la muerte, no lo recibían, se suponía que vagaban en distintas reencarnaciones.
En la práctica, el consolament presentaba dos modalidades. Una era el rito de ingreso en las órdenes cátaras y la renuncia voluntaria a las cosas materiales, que se destinaban a los clérigos de la Iglesia de los Buenos Cristianos. La segunda consistía en el bautismo de los moribundos, dirigido al pueblo creyente, a aquellas personas que no habían llevado una vida de perfección y habían esperado a la hora de su muerte para recibirlo, y así garantizar su salvación.
El rasgo más popular en las personas que habían recibido el consolament, era la abstinencia de tomar todos aquellos alimentos que tuvieran su origen en la copulación y la generación (carne, huevos, leche, queso, productos lácteos…). El pescado estaba permitido, pues se creía que los peces eran un fruto espontáneo del agua.
Infringir estas normas suponía perder el beneficio del bautismo recibido, y obligaba a sufrir una penitencia y a ser “reconsolado”. Por supuesto todo acto sexual era pecado y todo matrimonio un acto de lujuria. Así pues, los que recibían el consolament, prometían abstenerse de todo placer carnal, en toda su vida.
En la práctica, el consolament presentaba dos modalidades. Una era el rito de ingreso en las órdenes cátaras y la renuncia voluntaria a las cosas materiales, que se destinaban a los clérigos de la Iglesia de los Buenos Cristianos. La segunda consistía en el bautismo de los moribundos, dirigido al pueblo creyente, a aquellas personas que no habían llevado una vida de perfección y habían esperado a la hora de su muerte para recibirlo, y así garantizar su salvación.
El rasgo más popular en las personas que habían recibido el consolament, era la abstinencia de tomar todos aquellos alimentos que tuvieran su origen en la copulación y la generación (carne, huevos, leche, queso, productos lácteos…). El pescado estaba permitido, pues se creía que los peces eran un fruto espontáneo del agua.
Infringir estas normas suponía perder el beneficio del bautismo recibido, y obligaba a sufrir una penitencia y a ser “reconsolado”. Por supuesto todo acto sexual era pecado y todo matrimonio un acto de lujuria. Así pues, los que recibían el consolament, prometían abstenerse de todo placer carnal, en toda su vida.
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