31 de octubre de 2008

LA APERTURA DE LA BOCA Y DE LOS OJOS

La apertura de la boca era la ceremonia más importante de los ritos funerarios en el Antiguo Egipto. Con este ritual se pretendía que el difunto pudiera hablar, observar e incluso mantener relaciones sexuales.

Creían que entonces el alma del muerto terminaba de errar por el inframundo y emprender su viaje al Más Allá, y así dejaba el mundo de los vivos para siempre.

Se utilizaba un instrumento llamado Peseshekef, que era de sílex y tenía forma de gancho para abrir la boca, y un bastón con cabeza de carnero o serpiente (Nechereti).

Lo realizaban el sacerdote funerario y el sacerdote lector, aunque eran ayudados por otros sacerdotes, que representaban a los hijos o los amigos del difunto.

Las plañideras también tenían un papel fundamental, permanecían junto a la momia hasta el último momento.

El procedimiento era el siguiente; al llegar a la necrópolis, en la entrada, la momia o una estatua de ella, se colocaba mirando al sur. Se hacía una purificación con incienso, natrón y agua, y el sacerdote funerario, realizaba la purificación del cadáver.

Seguidamente se entregaba al difunto un corazón y una pata de toro, como garantía de vida, y era cuando se hacía la apertura de la boca y de los ojos.

La ceremonia terminaba cuando creían que el difunto había consumido a través de su alma la esencia de las ofrendas.
Los sacerdotes se retiraban y los vivos celebraban con una comida la fecundidad sobre la tierra y el fin del duelo.


Al cabo de setenta días el equilibrio del mundo se restablecía.

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