INTELIGENCIA MÁXIMA-4
William Thomson, más tarde el barón Kelvin, ingresó en la
Universidad de Glasgow a los 11 años, y terminó en segundo lugar en su clase de
matemáticas. Su primer ensayo sobre matemáticas lo escribió cuando aún era un
adolescente, pero fue leído a la Real Sociedad de Edimburgo por un profesor muy
mayor. No pareció adecuado que fuese leído por une estudiante, únicamente porque
lo había escrito un muchacho de escuela.
El doctor Alexis Carrel emigró de Francia a Canadá en 1904,
con la intención de hacerse ganadero. Ocho años después le fue concedido el
Premio Nóbel de Medicina y Fisiología por su trabajo sobre la sutura de vasos sanguíneos.
Carrel, quien había recibido un título de medicina en la Universidad de Lyon,
decidió, poco después de llegar a Canadá, que la llamada de la ciencia no debía
ser desaprovechada, e ingresó en el Instituto Rockefeller para la Investigación
Médica, en Nueva York.
J. F. Champollion, el lingüista francés que descifró los jeroglíficos
de la Piedra Rosetta, dominaba en 1801, a los once años, el latín, el griego y
el hebreo. Dos años después también sabía árabe, sirio, caldeo y copto, la
lengua, con base en el griego, de los primeros cristianos egipcios. En 1982,
Champollion publicó la disertación que lo hizo famoso: “Concerniente al
Alfabeto de Jeroglíficos Fonéticos”. La base para descifrar la historia de los
antiguos egipcios.
La primera incursión de Margaret Mead en la observación del
comportamiento humano ocurrió antes que fuera un adolescente. Cuando era una
niña de ocho años, anotó los patrones del habla de sus hermanas menores.
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