27 de junio de 2024

VESTÍBULO

 

Vesta era una diosa romana, parece ser que de origen etrusco, que presidía el hogar doméstico. Vesta era hija de Saturno y Rea, que, perseguida por Apolo, Poseidón y Príapo, fue a refugiarse junto a Júpiter, jurando que permanecería siempre virgen, por lo que los hombres le consagraron el fuego, que siendo puro, purifica todas las cosas.

Según la leyenda romana, Eneas salvó el fuego sagrado que ardía en su templo de Troya y lo llevó a Italia, y el rey Numa erigió un templo en honor de Vesta, en el todo el tiempo ardía el sagrado fuego.

Estaba al cuidado de seis sacerdotisas llamadas las vestales, que debían conservarse vírgenes. Si dejaban apagar el fuego o perdían su virginidad eran condenadas a ser enterradas vivas, para lo que excavaba un pequeño habitáculo en el que era enterrada la vestal o las vestales culpables, junto con un jarro de agua y un pan.

En todos los hogares romanos figuraban pequeños altares dedicados a Vesta y como el sitio más amplio y digno de la casa era el atrio o portal, en el que el dueño de la casa colgaba sus trofeos e insignias honoríficas y recibía a sus clientes o visitantes, el lugar en cuestión se llamó “Vestibulo”.

Si se extinguía el fuego dedicado a Vesta se consideraba como signo de mal augurio, y en el caso de apagarse el del templo era considerado como signo de calamidad pública y se suspendían toda clase de actos públicos, tanto políticos o religiosos.

El animal consagrado a Vesta era el asno, animal mediterráneo, confirma el origen romano y no griego de esta divinidad.

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