EL CONDE CAGLIOSTRO Y LA ETERNA JUVENTUD
El conde Cagliostro (1743-1795) era un noble italiano nacido
en Palermo, masón, embustero y falsificador, ni siquiera era conde, parece ser que su verdadero nombre era Giuseppe Balsamo. El falso conde estaba muy preocupado con su vida,
quería vivir más, para ello tenía una técnica que, según él, era infalible, un método
que regeneraba el cuerpo con la intención de alargar la vida.
Para ello, se fijó en los gusanos de seda y trató de
reproducir el proceso sufrido por estos cuando se envuelven en su capullo de
seda y renacen como mariposas.
Así lo hizo, el conde desnudaba a la persona, la tumbaba en
la cama, la envolvía en una manta y, durante un mes, la dejaba reposar, alimentándola
solo con caldo de pollo. Cagliostro aseguraba que pasados unos días, el
individuo empezaba a perder el pelo y se le caían los dientes hasta llegar a un
estado de debilidad extremo.
En este punto, el moribundo empezaría un proceso
regenerativo que le devolviera sus dientes y pelo. Pero no solo lo perdido
volvería a crecer, sino también la ansiada juventud.
La ciencia dice que la acción del escorbuto y la falta de
vitamina C producen en una persona la pérdida rápida de pelo y dientes. La mitad
del experimento es algo acertada. El problema es que la idea de la eterna
juventud no estaba acertada y no lo logró en ninguno de sus conejillos de
indias. El pelo y los dientes si los perdían para siempre.
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