21 de enero de 2019

EL CONDE CAGLIOSTRO Y LA ETERNA JUVENTUD



El conde Cagliostro (1743-1795) era un noble italiano nacido en Palermo, masón, embustero y falsificador, ni siquiera era conde, parece ser que su verdadero nombre era Giuseppe Balsamo. El falso conde estaba muy preocupado con su vida, quería vivir más, para ello tenía una técnica que, según él, era infalible, un método que regeneraba el cuerpo con la intención de alargar la vida.
 
Para ello, se fijó en los gusanos de seda y trató de reproducir el proceso sufrido por estos cuando se envuelven en su capullo de seda y renacen como mariposas.
 
Así lo hizo, el conde desnudaba a la persona, la tumbaba en la cama, la envolvía en una manta y, durante un mes, la dejaba reposar, alimentándola solo con caldo de pollo. Cagliostro aseguraba que pasados unos días, el individuo empezaba a perder el pelo y se le caían los dientes hasta llegar a un estado de debilidad extremo.
 
En este punto, el moribundo empezaría un proceso regenerativo que le devolviera sus dientes y pelo. Pero no solo lo perdido volvería a crecer, sino también la ansiada juventud.
 
La ciencia dice que la acción del escorbuto y la falta de vitamina C producen en una persona la pérdida rápida de pelo y dientes. La mitad del experimento es algo acertada. El problema es que la idea de la eterna juventud no estaba acertada y no lo logró en ninguno de sus conejillos de indias. El pelo y los dientes si los perdían para siempre.


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