EL ENTIERRO DE GENARÍN
En la ciudad de León vivía Genaro Blanco Blanco(1906-1986), era menudo, alegre, jovial, gran bebedor de aguardiente de orujo, repartidor de prensa…, era muy popular en la ciudad, se le conocía como Genarín.
En la madrugada del Viernes Santo del año 1929, cuando regresaba a su casa por la calle Carreras, al lado de las antiguas murallas, se puso a hacer sus necesidades y fue atropellado por el camión municipal de la basura, murió en el acto. Los primeros en acercarse al cadáver de Genarín fueron unas prostitutas que trabajaban cerca. Una de ellas le tapó la cara con un periódico.
La madrugada que se cumplía el primer aniversario de su muerte, un dandy arruinado, un árbitro de fútbol, un taxista cantante de copla y varios compañeros íntimos, celebraron en el lugar del accidente un homenaje a Genarín.
Este homenaje dio origen a una cofradía, la de Nuestro Padre Genarín, dirigida por cuatro hermanos mayores, los Cuatro Evangelistas, que cada madrugada de Viernes Santo, acompañados por un pequeño séquito de fieles, recorrían los últimos pasos de Genarín recitando poemas en su memoria y ofreciendo sorbos de orujo.
La ceremonia terminaba ante el lugar del mortal atropello, con el entierro de un diente de ajo, y uno de los cofrades, el hermano colgador, trepaba por la muralla, aprovechando los huecos entre los cantos, y dejaba en un hueco una botella de orujo, para calmar la sed del espíritu de Genarín.
Con el paso de los años se incorporaron dos nuevas ofrendas, queso y naranjas, manjares referidos del fallecido, y una corona de laurel.
Los seguidores e Genarín coincidían en las calles con la llamada ronda, en la que se reunían los hermanos de otras cofradías, que desfilan ese día acompañando a diversas esculturas de la pasión de Cristo, nunca hubo incidentes entre ellos.
El llamado “Entierro de Genarín” se celebró hasta la guerra civil, y renació en el año 1950, en 1960 un periodista consiguió que se volviera a prohibir, los cofrades no se disolvieron. Se volvió a celebrar a partir de la democracia en España. No volvió de la misma manera, ya había perdido el carácter íntimo y sagrado y se convirtió en una reunión de borrachuzos.
En la calle de la Sal, del Barrio Húmedo de León, podemos ver una placa conmemorativa en su honor colocada el año de su centenario.
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