5 de febrero de 2015

MUJERES ÍBERAS


Los niños y niñas íberos empezaban su aprendizaje entre los 5 y los 7 años, sin distinción por sexo, poco a poco se iban diferenciando los roles masculinos y femeninos. A ellas se les enseñaba a tocar instrumentos (panderos, arpas, etc.) y bailar, entre otras cosas.

El hombre era el que daba la dote a la mujer cuando contraía matrimonio. Las hijas eran las que heredaban el patrimonio de la familia, ellas eran las que lo administraban, conservaban y trasmitían, también eran las responsables de elegir esposa para sus hijos y hermanos.  Podían ocupar cargos, montar negocios. En ocasiones mediante el matrimonio, cerraban acuerdos y alianzas.

Las mujeres contraían matrimonio sobre los trece años, coincidiendo con la primera menstruación. Las celebraciones duraban tres días. Se iniciaban con las purificaciones previas, que se celebraban en casa de la novia, al día siguiente, los novios se encontraban y la novia descubría su rostro ante el novio. El tercer día, los amigos, familiares del novio y el nuevo matrimonio (montados en un carruaje muy adornado), se dirigían al nuevo hogar con comida y regalos.

Desde ese momento, la mujer se quedaba en casa, cuidaban a los niños, los enfermos, cuidaban el ganado, trabajaban el campo, hacían de parteras, etc., mientras el marido, o bien partía a la guerra si la había, o desempeñaba su trabajo.

Cuando llegaba algún hijo, después del parto se practicaba la “covada”, cuando la mujer paría cedía su lugar en la cama al padre, quien al acostarse junto al recién nacido, reconocía y legitimaba a la criatura como miembro de la comunidad. La mujer mientras tanto volvía al trabajo. El número de hijos máximos por familia solía ser de tres.

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