PEINADOS EN EL ROCOCÓ
En el rococó (1715-1789)
los peinados de la mujer son recogidos sencillos y empolvados. A partir de 1764
los nobles y las ricas burguesas llevan peinados que cada vez crecen más en altura
y que alcanzan más elevación en 1778. El adorno preferido son las plumas. Los peinados
se coronan con originales construcciones como un velero.
Durante este siglo desaparecieron
las barbas de los rostros de casi todos los europeos, aunque algunos militares
siguieron luciendo bigote, principalmente en Alemania.
La moda de empolvarse el
pelo o la peluca con harina, polvo
blanco, tierra blanca o yeso, alcanzó su mayor popularidad durante este
período, en todas las clases altas y soldados de cualquier graduación. También usaban
polvos de tonos rosas, azules y grises. Se lo tenían que empolvar cada día, ya
que sólo quedaba bonito recién hecho. Las clases bajas llevaban coletas de pelo
o se lo dejaban por detrás sin utilizar coleta.
Los militares ingleses,
durante 1770 y 1780, llevaban el pelo blanqueado con un lazo pequeño en la
parte de atrás, este peinado era utilizado por los que llevaban sombrero. Los oficiales
usaban para el lazo una cinta de terciopelo de 1 centímetro de ancho. El resto
de militares empelaban un cordón con un rosetón en el centro.
En las compañías de
granaderos e infantería ligera el pelo se sujetaba con una trenza cuyo extremo
se sujetaba en la parte posterior de la cabeza, estos militares llevaban gorra
o sombrero.
Muchas mujeres llevaban
pelucas a los bailes y las ceremonias. Los postizos de pelo se utilizaban
también con pelo natural y empolvado.
En Francia, la mayoría de
las damas de la corte se pintaban el rostro. Las inglesas sólo usaban cremas,
lociones y otros ungüentos de belleza.
Los aristócratas del
siglo XVIII empleaban todos los tonos para maquillarse. Combinaban sobre el
maquillaje blanco, un tono más apagado en las sienes y un rojo encendido en los
labios. El colorete ya no se aplicaba en círculos rojos en las mejillas sino
extendido hacia la zona exterior de los ojos.
El colorete era tan
apreciado en las mujeres que llevaban en los bolsillos una cajita en la que
guardaban los falsos lunares, el colorete, el pincel y el espejo.
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