LAVANDA
El nombre científico
Lavandula deriva del latín “lavare”, refiriéndose a una costumbre muy antigua
de poner flores de lavanda en el agua del baño, tanto para perfumarla como para.
Comprende unas 25 especies. Tiene su origen en la cuenca del Mediterráneo, Islas canarias e
India.
Los antiguos romanos y
egipcios valoraban el aroma sensual de la lavanda y usaban las hojas, las
flores o el aceite en el agua del baño. En Italia la añadían al agua para lavar
la ropa interior y cuando querían perfumar el resto de la ropa la colgaban en
los armarios.
En Persia y Grecia la
utilizaban como antiséptico. En Francia el llamado “vinagre de los cuatro
ladrones”, incluía la lavanda como uno de sus ingredientes y creían que
protegía contra la peste bubónica. En 1927 René-Maurice Gattefossé, químico
francés, descubrió lo eficaz que era el aceite de lavanda para las quemaduras.
En Europa la lavanda se
relacionaba con el amor y la sensualidad, en Oriente se creía que relajaba y
ayudaba a ser feliz. En la India, el Tíbet y china la lavanda se utilizaba para
calmar problemas de nervios, dolor de cabeza, insomnio, mareos, depresión,
falta de apetito y dolor de estomago, cuando eran producidos por la depresión.
En Alemania tenían una
receta para aliviar la migraña que consistía en mezclar lavanda con vodka,
ginebra o whisky. Las corolas de las flores de las flores de lavanda son muy
apreciadas por las abejas, que extraen de su néctar una miel exquisita y
purísima.
Hoy en día en lo que más
se utiliza la lavanda es en cosmética
En el lenguaje de las
flores significa “desconfianza”. Puede que sea porque la esencia de lavanda
suministrada en grandes dosis, provoca fenómenos de hipnosis, bastante fuertes,
acompañados de disminución de las pulsaciones, de la pérdida de la voluntad y
de una espantosa somnolencia.
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