CLEOPATRA SELENE
Octavio ordenó que los jóvenes
hijos de Cleopatra, Cesarión y Alejandro Helios, fueran ejecutados. Cleopatra
Selene, la hija de Marco Antonio y Cleopatra corrió otra suerte.
Octavio no encontró
necesario ejecutar a una niña de diez años, por lo que decidió casarla en algún
lejano rincón del mundo, donde no representara ningún peligro.
Para ello se fijó en
Juba, hijo de un rey de Numidia (país que se encontraba donde hoy es Argelia). El
padre de Juba, también llamado Juba, había combatido contra Julio Cesar, había
sido vencido y se había suicidado.
Su hijo había sido
llevado a Roma, donde había recibido una esmerada educación y se había
convertido en un intelectual. Era de carácter muy espiritual y no le interesaba
nada que tuviera que ver con la vida militar. Así que se convirtió en el
candidato ideal a los ojos de Octavio. Cleopatra Selene fue casada con él y,
con el nombre de Juba II, fue instalado en el trono de Numidia que antes había sido
de su padre.
Pocos años después
Augusto, que ahora se hacía llamar Octavio decidió que sería buena idea añadir
Numidia como provincia romana, por lo que Juba y Cleopatra Selene fueron trasladados
hacia el oeste, a Mauritania (hoy Marruecos), donde continuaron gobernando pacíficamente
como títeres de los romanos.
Tuvieron un hijo, a
quien, por orgullo de sus antepasados, llamaron Ptolomeo, y que es conocido en
la Historia como Ptolomeo el Mauritano. Este nieto de Cleopatra subió al trono
en el 18 d. C., cuatro años después de la muerte de Augusto, reinando en paz
durante veintidós años.
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