16 de febrero de 2013

LOS HEREDEROS DE LA BIBLIOTECA DE ARISTÓTELES



El legado de  los libros que Aristóteles dejó a su muerte, pasó a su discípulo Teofastro, junto con la dirección del Liceo (escuela de Aristóteles). Eudemo de Rodas, escribió poco después a Teofastro, liceísta también, pidiéndole un fragmento de su obra científica “Física” que faltaba en su ejemplar. Eso significa que el Liceo ofrecía una especie de servicio de librería o biblioteca.

Teofastro, legó a su discípulo Neleo, todo el conjunto de libros de Aristóteles. Neleo lo trasportó a su casa de Esquepsis, en la Tróade (noroeste Asia Menor). Esta región pasó a depender de los Atálidas, que en 230 a. C. empezaron la Biblioteca de Pérgamo, para competir con la de Alejandría.

Ateneo quería que todo el material que poseía Neleo fuera adquirido para Alejandría, donde se custodiaban más de mil manuscritos aristotélicos.

Los herederos de Neleo escondieron en sus bodegas los manuscritos que todavía poseían, y allí se quedaron arrinconados un siglo y medio. Los desenterró sobre el año 100 a. C., Apelicón de Teos, que los devolvió a Atenas.

Tiempo después, ocurre la captura de Atenas, y los manuscritos se van como botín a Roma, donde logran consultarlos humanistas como Tiranión y Andrónico.

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