1 de junio de 2012

LA AUTOPSIA A TUTANKHAMON


El 11 de noviembre de 1925 a las diez menos cuarto de la mañana, empezó la autopsia a Tutankhamon, el encargado de realizarla fue el profesor Derry, aunque no estaba solo, personalidades científicas, políticas, etc., lo acompañaban. Hacía más de tres mil años que había muerto.

El profesor Derry había preparado una solución de parafina y la mantenía hirviendo, eso le ayudaría a quitarle las vendas con las que estaba envuelto. Las vendas que medían de seis a nueve centímetros de ancho, daban en algunos lugares más de dieciséis vueltas. Algunas de ellas estaban tan duras que tuvo que utilizarse el escalpelo para poder quitarlas.

La forma de vendaje era diferente para cada parte del cuerpo; el tórax estaba vendado en forma de cruz, los brazos, las piernas y el pene habían sido vendados cada uno por separado. La postura era; la mano derecha descansaba sobre la cadera izquierda y la mano izquierda sobre las costillas del lado derecho.

Los dedos, tanto de las manos como de los pies, se encontraban envueltos en vendas y protegidos en fundas de oro. La cabeza estaba vendada en horizontal y vertical.

La piel y las vendas formaban sobre los huesos una capa de dos o tres milímetros de espesor. Derry tocó la rótula izquierda, que se desprendió con su capa de piel reseca. Al descubrir las piernas se vio que Tutankhamon era de escasa estatura, unos 164 centímetros. Se supo que no era viejo por la articulación de la rótula y el fémur.

La piel del tronco estaba en peor estado que la de las manos y os pies. Tenía una cicatriz desde el ombligo hasta el íleon (ochenta y seis centímetros), que era la abertura por donde se habían extraído las vísceras. El corte no era limpio. Las vísceras habían sido enterradas junto a su cuerpo.
Al quitar las vendas de la cabeza, el profesor tuvo mucho cuidado para no desfigurar la cara. A medida que se iban quitando las vendas se veía mejor la extraña forma de la cabeza del faraón, que ya se había observado en las efigies y en las figuras de las tumbas. Tenía el occipucio muy desarrollado, igual que el faraón Akenatón.

Se requería un gran cuidado para quitar la última capa de tela de la cabeza del rey. Una pasada con un pincel de marta hizo caer los restos de tela calcinada, dejando al descubierto un rostro joven de expresión dulce.

La piel estaba quemada y ennegrecida por el aceite de linaza que usaban para momificar. La cara tenía este aspecto: los parpados, cerrados conservaban las pestañas, la nariz estaba aplastada por las vendas. Los labios entreabiertos dejaban ver una dentadura perfecta y blanca, las orejas tenían un lóbulo con un agujero de siete milímetros.

El rostro tenía una herida en la mejilla izquierda. Según estudios posteriores, parece ser que Tutankhamon murió de forma violenta y esa herida pudo ser producida por un arma o una caída. La cauda de la muerte fue un coágulo de sangre formado bajo las meninges.

Durante toda la primera autopsia a medida que iban quitando vendas, entre ellas aparecían refinadas y ricas joyas rodeadas de una fina almohadilla de lino para que no pudieran penetrar en el cuerpo y de esta forma evitar que lo deformaran.

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