SOLO EL CIELO LO SABE

No se explica como desde principios del siglo XX continua manteniéndose en el aire el baldaquino en forma de corona de espinas que se encuentra encima del altar mayor de la Catedral de Palma. Es la obra más controvertida que realizó Antonio Gaudí, por encargo del obispo Campins.

El izado de esta corona, que realmente solo es la maqueta a tamaño natural del proyecto, tuvo muchos problemas para el artista. A pesar de estar realizada en cartón, madera, corcho, cordeles... el peso desafiaba la ley de la gravedad. Así se lo demostró en tres ocasiones al romperse como si se tratara de un hilo, cuando en realidad eran dos gruesas cuerdas y un cable de acero.

Era la noche del 7 de diciembre de 1912 y debía estar dispuesto para el día siguiente, fiesta de la Inmaculada. Desolado y sin palabras, Gaudí se fue a dormir.

Y fue su ayudante, Juan Rubió, quien volvió a intentarlo a requerimiento de Martín Llobera, mayordomo de Palacio. Pero de nuevo los cables se rompieron, "dejémoslo", dijeron quienes estaban allí, solo el maestro Miguel Sans siguió intentándolo y dijo saber donde y quien les prestaría un cable lo suficientemente grueso para aguantar.

Y así fue como el baldaquino subió a las alturas y allí sigue. Rubió no asistió a la presentación en sociedad, pero si se paseó nervioso, junto con Sans, por encima de la muralla frente al Mirador, rogando para que no sucediese una desgracia.

El baldaquino consta de tres partes; un repostero de brocado antiguo, la corona de forma octogonal adornada con espigas, pámpanos, racimos y un calvario con un crucifijo procedente del retablo barroco y el lampadario con 35 lámparas.

La muerte del Obispo Campins y la rescisión del contrato a Gaudí han prolongado su provisionalidad.