23 de enero de 2008

EL AMOR DEL FRAILE (LEYENDA BALEAR)

En Formentera, un fraile al que ni las estrictas normas de su orden ni la vida de oración, impidieron el deseo obsesivo que le inspiraba una hermosa muchacha, casi vecina del monasterio. El fraile no sabía si era el único en la comunidad que sentía ese deseo, jamás se atrevió, ni con la confesión, hablar de sus íntimos pensamientos. Jamás nadie llego a descubrirle mientras espiaba lascivamente tras un postigo a la joven campesina, mientras ella, que lo ignoraba todo, pasaba gran parte del día trabajando la tierra, muy cerca del huerto del convento.

Buscó en la religión la liberación de aquella idea. Ayunó, se castigo corporalmente y meditó, pero no consiguió nada, parecía que todo lo que hacía se le volvía en su contra, pues lo único que conseguía en la soledad de su celda, era el sentimiento de culpa y vergüenza que experimentaba tras el desahogo, entre las cuatro paredes de su aposento.

La obsesión del fraile era enfermiza, cuando algo vino a romper del todo la precaria estabilidad de su espíritu. Por un payés de la comarca se enteró que la muchacha iba a casarse con un joven vecino, el fraile conocía al afortunado joven, sabía donde vivía y el camino que debía seguir cada tarde cuando iba a ver a su prometida.

Completamente loco de celos, solo una idea pasaba por su cabeza. Abandonó el convento, se caló la capucha hasta los ojos y camino hasta que encontró un lugar propicio para la emboscada. Cuando el joven pasó, el fraile le abrió el cráneo a garrotazos al joven, y lo dejó tendido en el camino.

Caminó hasta donde vivía la muchacha, ella, aunque intranquila por la tardanza del muchacho, se disponía a acostarse. Ajena a los ojos enloquecidos que la observaban desde la ventana, se desnudo, y fue entonces cuando creyó percibir a su espalda el susurro de una voz.

El grito de ella se mezcló con el alarido del fraile que, al ir a introducirse por la ventana, sintió que sus pies se iban hundiendo en la tierra, como si alguien tirara de ellos. Notaba que la muerte le ascendía por las piernas y le asfixiaba, hasta convertir sus gritos en un suspiro.

Solo por un momento pudo reconocerlo la joven. Cuando se sobrepuso del susto descubrió horrorizada, un árbol cuya extraña forma recordaba una figura humana y una de sus ramas, parecía que quería alcanzarla.

Desde entonces la gente de Formentera, justifica la presencia del árbol en las ruinas de la casa, muy cerca del Monestir des Frares. La comunidad desapareció de allí.

En cuanto al árbol, ni el hacha ni el fuego consiguieron acabar con él. Por lo menos eso cuentan, y dicen que cuando hace viento es desolador ver sus ramas resecas agitarse, no se sabe si buscando a la muchacha o debatiéndose en un inacabable suplicio...

4 comentarios :

Ray Rudilla DICE

La imaginación de una persona anónima, al crear una leyenda, hace volar la imaginación de muchas.
Besos cordiales

Ana DICE

Yo creo que algo de verdad pueden tener, pero el boca a boca hace que se exageren y se añadan cosas. Besos a los dos.

Anónimo DICE

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Ana DICE

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