PAU Y TREVA
En los siglos XI, XII y XIII las guerras entre príncipes cristianos eran constantes, las autoridades eclesiásticas, en cooperación con el poder civil, determinaron intervenir en las luchas que se prolongaban en ocasiones años enteros.
En 1027, en Toluges, una pequeña población del condado del Rosellón, muy cerca de Perpiñán, se celebró una reunión organizada por el obispo Oliba de Vic, asistieron muchos clérigos, magantes, señores y gentes del pueblo. Establecieron lo que se conoció como “Pau i Treva”,”Paz y Tregua”.
Desde la hora nona de los sábados hasta la prima del lunes nadie podía robar a clérigos o monjes, ni a los laicos que fuese a la iglesia o volviesen de ella. En 1154 en una reunión en Narbona con asistencia de los obispos de Gerona y Barcelona se confirmaron esos acuerdos.
El mismo año, el conde de Barcelona Ramón Berenguer y su esposa Almodis presidieron otra reunión con el mismo fin. En 1604 establecieron también la Pau y Treva desde la puesta del sol de los miércoles hasta el alba de los lunes, así como en algunas festividades. La pena por no acatar la orden era pagar el doble del valor de los daños cometidos, juicio de agua fría y exilio perpetuo en caso de muerte, prohibición de edificar castillos y otras fortalezas en Adviento o la Cuaresma, injuriar o detener clérigos, encarcelar villanos, quemar o destruir casas de campo… Los infractores estaban obligados a indemnizar los daños y pagar el doble a favor del conde o del obispo.
Muchos de estos acuerdos fueron inscritos en las Constituciones de Corte, y después en la compilación de las Constituciones y otros derechos de Cataluña.
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