LEYENDA DE SAN NICOLÁS
Según cuentan las historias de siglo IX, san Nicolás,
durante toda su vida, destacó por su caridad con los más necesitados y por su
preocupación por los niños. Se le conocía como “epuscopus puerorum”, el obispo
de los niños.
Por esas razones se le atribuyen muchos milagros. Uno de los
más conocidos es el llamado de los tres hermanos. Existen varias versiones
diferentes que coinciden en lo más importante.
La leyenda dice que cuando Nicolás se trasladaba a Nicea
hizo noche en una posada. Después de acostarse y quedarse dormido, soñó que en
esa misma posada siete años atrás se había alojado tres hermanos, hijos de una
rica familia que había enviado a sus hijos a Atenas a estudiar.
El posadero, dicen algunos que cegado por la ambición y
otros perturbado por el hambre, decidió asesinar a los tres chicos para
robarles sus pertenecías. Después de matarlos, ocultó los cuerpos troceados en
tinajas de salmuera, para irse deshaciéndose de ellos poco a poco, sirviéndolos
en el menú a sus clientes.
Cuando amaneció, san Nicolás se dirigió al posadero, y con
dureza le obligo a confesar el crimen, que resulto que no era el primero que
cometía. Asustado y arrepentido el asesino declaró su culpa, llevando al santo
hasta el barril en el que se encontraban los cuerpos.
Nicolás se inclinó sobre la tinaja y, después de hacer la
señal de la cruz sobre cada uno de los cadáveres, los tres hermanos volvieron a
la vida.
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