PASO DE ARMAS EN LA EDAD MEDIA-2
En el paso de armas se demostraba el valor de un caballero, el llamado mantenedor se situaba, durante unos ciertos días, en las inmediaciones de un castillo, camino, puente…, para impedir pasar por el lugar, para acceder, se tenían que cumplir una serie de condiciones. Los que intentaban pasarlo se convertían en aventureros y tenían que luchar contra el mantenedor y sus compañeros. Junto a estos pasos de armas, siempre aparecía el auténtico caballero andante, que iba de acá para allá, de un país a otro. Estos caballeros no solo buscaban aventuras, tenían otros motivos: agravios, búsqueda de fama, dinero, razones políticas, etc.
El 10 de noviembre de 1455 entró solemnemente en Barcelona Gastón de Foix, y en medio de la Plaza del Born plantó, dos días después, un pino del que colgaban manzanas doradas. Con el nombre de Caballero del Pino se comprometía a defender ese paso en honor de su señora, la Dama de la Secreta Floresta. Ganó Gastón de Foix, pero el paso le costó 30 000 florines. Después de este concurso se celebraron el Paso de la Joyeuse Garde, el de la Bella Peregrina y el de la Dama de las Lágrimas.
En abril de 1446 cuando el rey René d’Anjou encerró en un castillo de madera, que llamó de la Joyeuse Garde en honor de Lancelot, leones, tigres y unicornios de su parque zoológico.
Tres años después, en 1449, tuvo lugar cerca de Saint-Olmer, el Paso de la Bella Peregrina, nombre de una dama que, yendo de peregrinación a Roma, fue asaltada por bandidos. Un caballero la defendió y ella le rogó que la acompañase en su peregrinación. El caballero replicó que había hecho voto de defender un Paso de armas en la Crois de la Pelegrine y que hasta no liquidar este Paso, no podría complacerla. La dama le pidió a todos los caballeros de todos los países que acudieran al paso a fin de que ella pudiera seguir su viaje con el mantenedor del mismo, Jean de Luxembourg, que peleó llevando el escudo de Lancelot du Lac.
En septiembre de ese mismo años de 1499 y según Martín de Riquer, Jacques de Lalaing defendió en Saint-Lorentiés-Chalon, a orillas del Saona, el Paso de la Fuente de las Lágrimas. Los escudos que debían tocar los aventureros se mostraban lágrimas de la Dame des Pleurs, en honor de la cual se defendía el Paso.
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