RAREZAS MÉDICAS
En la obra médica medieval “Thesaurus pauperum”, de Petrus Hispanicus, recomiendan para las hemorragias genitales de las mujeres colocar, en la boca de la matriz, estiércol de cabra y cabezas de puerros bien machacados, también recomiendan un emplasto con ranas muy bien calcinadas y mezcladas con pelos y estiércol de liebre, caldo de cabeza de vaca bien cocida y gusanos de tierra.
Hace dos mil años se utilizaban polvos de cráneo o cerebro humano como antiepiléptico; sangre humana como anticonvulsivo y vigorizador, antihemorrágico y antiasmático; la sangre menstrual contra la gota; la leche humana para tratamientos de irritaciones oculares y el dolor de oídos; la orina para la hidropesía; la grasa humana para el reumatismo, dolores articulares y para enfermedades de pulmón; destilaciones de cabello humano en casos de desmayo o calvicie; raspaduras de uñas de manos y pies como emético; la piel humana para tratar las cataratas y afecciones oculares; la saliva humana en afecciones de córnea o como antídoto en veneno de animales; el corazón humano para la epilepsia y la parálisis de las extremidades.
Las deposiciones tenían mucha importancia en la medicina medieval. Alberto Magno (1193-1280) escribió en su curioso “Tratado de las heces”: “Como el hombre es la más noble de las criaturas, sus excrementos tienen también una propiedad particular y maravillosa”. También dice: “Aunque naturalmente se siente repugnancia en beber la orina, no obstante cuando se bebe la de un hombre joven y de buena salud no hay remedio más soberano en el mundo”.
A principios del siglo XIX, Francia importaba, al año, entre treinta y cuarenta millones de sanguijuelas. Eran utilizadas por los médicos para eliminar la sangre de las mordeduras de serpiente, y también como anticoagulante en cirugía plástica y de reimplantación de extremidades semiamputadas. Debido a la demanda, estos bichitos llegaron a estar en peligro de extinción.
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