19 de junio de 2018

RAREZAS MÉDICAS


En la obra médica medieval “Thesaurus pauperum”, de Petrus Hispanicus, recomiendan para las hemorragias genitales de las mujeres colocar, en la boca de la matriz, estiércol de cabra y cabezas de puerros bien machacados, también recomiendan un emplasto con ranas muy bien calcinadas y mezcladas con pelos y estiércol de liebre, caldo de cabeza de vaca bien cocida y gusanos de tierra.

Hace dos mil años se utilizaban polvos de cráneo o cerebro humano como antiepiléptico; sangre humana como anticonvulsivo y vigorizador, antihemorrágico y antiasmático; la sangre menstrual contra la gota; la leche humana para tratamientos de irritaciones oculares y el dolor de oídos; la orina para la hidropesía; la grasa humana para el reumatismo, dolores articulares y para enfermedades de pulmón; destilaciones de cabello humano en casos de desmayo o calvicie; raspaduras de uñas de manos y pies como emético; la piel humana para tratar las cataratas y afecciones oculares; la saliva humana en afecciones de córnea o como antídoto en veneno de animales; el corazón humano para la epilepsia y la parálisis de las extremidades.

Las deposiciones tenían mucha importancia en la medicina medieval. Alberto Magno (1193-1280) escribió en su curioso “Tratado de las heces”: “Como el hombre es la más noble de las criaturas, sus excrementos tienen también una propiedad particular y maravillosa”. También dice: “Aunque naturalmente se siente repugnancia en beber la orina, no obstante cuando se bebe la de un hombre joven y de buena salud no hay remedio más soberano en el mundo”.

A principios del siglo XIX, Francia importaba, al año, entre treinta y cuarenta millones de sanguijuelas. Eran utilizadas por los médicos para eliminar la sangre de las mordeduras de serpiente, y también como anticoagulante en cirugía plástica y de reimplantación de extremidades semiamputadas. Debido a la demanda, estos bichitos llegaron a estar en peligro de extinción.

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