LA SERPIENTE DE ORO (LEYENDA INDIA)
En cierto lugar vivía un brahmán que se llamaba Haridatta. Era labrador, pero ganaba poco. Un día al terminar la jornada, el brahmán, acalorado, se tumbó a la sombra de un árbol a echar una siesta. De repente vio una gigantesca serpiente saliendo de un hormiguero.
-Seguramente es la deidad de este campo. Nunca la he adorado, ¿será por eso que mi trabajo no da fruto? Iré a presentarle mis respetos, pensó.
Cogió un poco de leche, la vertió en un cuenco y se acercó al hormiguero.
-Oh, guardián de este campo. Durante todo este tiempo no he sabido que vivías aquí. Era por eso por lo que todavía no te había presentado mis respetos; te ruego que me perdones.
Dejó allí el cuenco de leche y se marchó. A la mañana siguiente volvió y vio un dinar de oro en el cuenco. Desde aquel momento ocurrió lo mismo cada día; siempre encontraba un dinar de oro después de dar leche a la serpiente,
Un día el brahmán tuvo que ir a la aldea, así que ordenó a su hijo que llevara la leche al hormiguero. El hijo llevó la leche y regresó a casa. Al día siguiente volvió y encontró un dinar, así que pensó: “Este hormiguero debe estar lleno de dinares de oro. Mataré a la serpiente y me los quedaré todos”.
Al día siguiente, cuando la serpiente salió a beber la leche, el hijo del brahmán le golpeó la cabeza con un garrote. Pero la serpiente escapó de la muerte y, furiosa, mordió al hijo del brahmán con sus afilados colmillos, que cayó muerto al instante. Su familia le preparó una pira funeraria cerca del campo y lo incineraron.
El brahmán regresó de su viaje dos días después, y cuando se enteró del destino de su hijo, se apenó y lloró. Pasado un tiempo, cogió el cuenco de leche, se acercó al hormiguero y llamó a la serpiente. Pasado un tiempo, la serpiente sacó la cabeza por el agujero del hormiguero para hablar al brahmán.
-Es la codicia lo que te ha traído aquí, haciéndote olvidar incluso la pérdida de tu hijo. De ahora en adelante, nuestra amistad es imposible. Tu hijo me golpeó debido a la ignorancia de la juventud y mi mordedura lo mató. ¿Cómo podría yo olvidar el golpe que me propinó con el garrote? ¿Y cómo podrías tú olvidar el dolor y la pena por la muerte de tu hijo?
Dicho esto, entregó al brahmán una valiosa perla y desapareció. Pero, antes de hacerlo le dijo:
-No vuelvas más
El brahmán cogió la perla y volvió a casa, maldiciendo la insensatez de su hijo.
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