18 de junio de 2015

INQUISIDORES


La inquisición española fue fundada en 1478 con el objetivo de asegurar la integridad de la fe católica persiguiendo a los musulmanes y judíos. Los que los dirigían (como Torquemada) eran personas siniestras. Los que estaban en las capas inferiores eran personas convencidas de que estaban trabajando para el bien de la humanidad. En principio (siglo XVI) los miembros procedían de la clase media rural y de la primera burguesía, con el paso del tiempo (en el siglo XVIII) los inquisidores eran nobles.

Los inquisidores eran personas con estudios universitarios, la mayoría juristas. Eso suponía unas grandes ventajas sociales y económicas. La gente los odiaba, así que siempre estaban preparados para cualquier ataque de ira de algún ciudadano enfadado.

La información la recopilaban gracias a una gran red de “chivatos”. Cuando llegaban a un lugar, ofrecían recompensas por informarles de las personas culpables de herejía. Después de denunciar oficialmente, empezaba un período de gracia de 30 o 40 días para que los sospechosos preparasen su defensa, al mismo tiempo el inquisidor preparaba la acusación. Al acusado se le facilitaba un abogado defensor, pero no podían conocer la identidad de los que lo habían acusado. Cuando lo interrogaban tenían que estar presentes dos sacerdotes ajenos al caso.

Los inquisidores viajaban por todo el país para presidir los tribunales. La sesión empezaba con una misa seguida por un edicto de gracia para que el acusado confesara su culpabilidad. Los inquisidores eran expertos en interrogar y confundir al acusado, era tal el acoso y la tortura, que al final admitían su culpa.

Los inquisidores de tribunales estaban obligados a informar de sus actividades a uno de los cinco miembros del Alto Consejo. Estos a su vez informaban al Gran Inquisidor, quien a su vez debía informar ante el rey de España.

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