23 de junio de 2015

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DURANTE EL PAPADO DE AVIGNON


El Papado de Avignon o Aviñón fue entre 1309 a 1378, durante el cual siete papas residieron en Avignon, Francia, en lugar de en Roma. Esta situación nació del conflicto entre el Papado y la corona francesa.

Estos papas acometieron la tarea de constitución de una burocracia sólida y bien organizada, capaz de atender las relaciones internacionales, entender en los asuntos eclesiásticos de todas las naciones de la cristiandad y administrar los bienes pontificios. Llegaron a contar con la mejor administración de las de su época, que sirvió de modelo, en muchos aspectos, para otras monarquías.

La administración central de la monarquía pontificia estaba integrada, por cuatro organismos: Cancillería, Cámara, Justicia y Penitenciaría.

La Cancillería era el conjunto de oficinas encargadas de la expedición del importante volumen documental emitido por el Pontificado. Estaba dirigida por el vicecanciller, que normalmente era un abad u obispo al que solía concedérsele el cardenalato. A sus órdenes se hallaba un numeroso personal, que incluía notarios, abbreviatores, scriptores, bullatores, registradores y diversos subalternos necesarios para el complicado recorrido que experimentaba un documento emitido por la Santa Sede.

Los documentos expedidos por la Cancillería eran redactados una primera vez de forma resumida, depositándose en ellos los datos principales por los abbreviatores. Ese sumario, la  minuta, pasaba a otra dependencia llamada la grossa, ese nombre hacía referencia a que en ella el documento se redactaba de forma definitiva con inclusión de las fórmulas cancillerescas (littera grossata) en la que trabajaba un considerable número de scriptores. El documento ya redactado era revisado por otros funcionarios, que comprobaban la corrección de su redacción y su concordancia con la minuta. Una vez aceptada era clasificada para su lectura ante el Papa o antes los auditores, según su importancia.

Entonces era el momento de sellar y registrar el documento. Los encargados de esa tarea eran los “bullatores”, que eran conversos cistercienses (religiosos con votos, no monjes, se dedicaban a la oración y al trabajo manual).

La Cámara era el organismo financiero, una especie de Ministerio de Hacienda. Al frente de la Cámara se encontraba el camarero, que era la persona más importante de la curia pontificia. El camarero era siempre un obispo al que se le otorgaba el capelo cardenalicio. Vigilaba la gestión económica, autorizaba los libramientos, supervisaba las cuentas y recibía las liquidaciones de los colectores apostólicos. Era un alto consejero del Papa, especialmente en las relaciones internacionales.

Bajo su dirección se encontraba un buen número de funcionarios, desde los más humildes rangos a los importantes consejeros de Cámara. Entre ellos el tesorero, normalmente obispo, el maestre de la moneda, fiscales, notarios, auditores, etc. Disponía de cárcel propia.

La administración de justicia se componía además del tribunal de la Cámara, que actuaba en las cuestiones económicas y fiscales, también estaba el tribunal de la Rota, los cardenalicios, el Consistorio, y el tribunal de réplicas.

La Penitenciaria completaba la administración central. Era la encargada del estudio y concesión de dispensas de edad, de parentesco, de inhabilidad, de imponer y levantar las censuras eclesiásticas, etc. A su frente un penitenciario, cardenal presbítero o cardenal obispo, que contaba con su propia cancillería, su cuerpo de legistas y un grupo de penitenciarios menores, encargados de oír las confesiones y otorgar absoluciones y dispensas, si estaban en su jurisdicción, o remitirlas al penitenciario.

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