4 de junio de 2015

ASESINOS CURIOSOS


Bagoas, que vivió en el siglo IV a. C., fue militar y cortesano persa, y un experto asesino. Primero estuvo al servicio de Artajerjes III, rey persa, lo enveneno en el 338. Después sirvió a su sucesor, su hijo Arsés, también lo envenenó, en esta ocasión para que subiera al poder Darío II Codomano. Lo curioso es que él mismo también murió envenenado, según cuenta la leyenda, por beberse el veneno que había preparado para asesinar a Darío III.

El barón Rodemire de Tarazona murió en el año 1872, a manos de Claude Volbonne. Lo peculiar es que, veintiún años antes, el padre del barón también había sido asesinado por una persona llamada también Claude Volbonne. Según parece, ambos asesinos no eran parientes.

William A. Hightower era un asesino que el 2 de agosto de 1921 secuestró al sacerdote Patrick E. Heslin (1863-1921), en su casa de las afueras de San Francisco; más tarde le aplastó el cráneo de un golpe y lo enterró cerca de la playa de Salada, al lado de una valla publicitaria. Renunció al rescate, pero quiso cobrar la recompensa que ofrecían por facilitar información acerca del paradero del sacerdote.

El 10 de agosto William se presentó en casa del arzobispo para informarle de que había encontrado con la bufanda del cura mientras buscaba cosas perdidas en la arena. Según contó a la policía, lo más lógico es que el cadáver se encontrara próximo a la bufanda encontrada, así que se desplazaron hasta el lugar a investigar. Durante todo el trayecto estuvo inventando historias de todo tipo; como que había inventado la ametralladora y un sucedáneo de la fruta confitada.

Al llegar llevó a la policía al sitio exacto donde estaba el cadáver, cogió una pala y se puso a excavar. En un momento dado el comisario O’Brien le dijo: -Tenga cuidado no vaya a lastimarle la cara. William le contesto: -Tranquilo, jefe, he empezado a cavar por el lado de los pies.

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