14 de agosto de 2011

PIPER CHEROKEE


Mary Pomeroy era una piloto experta y veterana, como demostraba su licencia de vuelo en la que se podía leer que Mary tenía setenta y cuatro años. En la última revisión de la licencia, sólo unos meses antes, el inspector la consideró como; “una persona a la que la edad no parece afectar como a los demás, continua teniendo los reflejos, la vista y la capacidad psicomotriz de una persona mucho más joven”.

Mary salió de las Antillas holandesas, en un avión Piper Cherokee, el 5 de junio de 1990 con dirección a San Juan, transportando un pasajero y una carga de equipos de emergencia para embarcaciones. A las 15:12 contactó con el aeropuerto de destino. Era un mensaje rutinario que indicaba que entraba en el espacio aéreo de Estados Unidos.

Fue lo último que se supo de Mary, desapareció para siempre, sin tiempo ni posibilidades de enviar un SOS.

Los dos días siguientes se registraron 7.300 millas marinas en busca de los restos o de algún superviviente, pensando al menos que la carga del avión sería fácil de localizar, pues era material insumergible destinado la flotabilidad de las embarcaciones, también estaban los salvavidas, que con su color naranja, podrían haberse visto desde mucha distancia. Pero no se encontró nada.

Pensaron que a Mary le podía haber dado un ataque cardíaco fulminante, pero al menos su acompañante podía haber contactado por radio o la alarma automática.

Nunca más se supo ni del avión, ni de la carga, ni de Mary, ni de su acompañante. Otra vez el Triángulo de las Bermudas y sus misterios.

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