CANCIONEROS
El cancionero castellano más antiguo es el recogido por Juan Alfonso de Baena hacia el año 1445 (Cancionero de Baena). Lo componen 576 poesías de 54 poetas conocidos (aparte de las anónimas), lírica culta medieval correspondiente a la transición entre los siglos XIV y XV.
Posterior es el Cancionero de Stúñiga, de 1458, formado probablemente en Nápoles tras la muerte de Alfonso V. Figuran en él serranillas y romances de Carvajal o Carvajales, poesías burlescas de Tornellas (ayo del principe de Viana), y se relaciona con el de la biblioteca Casanatense de Roma.
De finales del siglo XV o comienzos del XVI datan otros ocho cancioneros de la Biblioteca Nacional de París (el de Gallardo, el de Herberay, y el de Martinez Burgos, entre otros).
El más destacado por la cantidad y variedad de sus composiciones es el recopilado y ordenado por Hernando del Castillo en 1551, correspondiente a la época de los Reyes Católicos, incluye a importantes poetas, como Santillana, Mena, Manrique, etc. En el predominan los temas didáctico-morales y los amatorios.
Los cancioneros musicales; Cancionero musical de los siglos XV y XVI, editado por Asenjo Barbieri en 1890, Cancionero de Uppsala (o Upsala), Cancionero poético-musical del siglo XVII, etc. Estos cancioneros contienen villancicos, estribillos, canciones, con la notación musical respectiva.
A mediados del siglo XVI se inició la edición de romanceros, como el de Amberes de Martín Nucio (Cancionero de Romances) fechado en 1547-49, y otros más.
La infantina
De Francia partió la niña,
de Francia la bien guarnida:
íbase para París,
do padre y madre tenía:
errado lleva el camino,
errada lleva la vía,
arrimárase a un roble
por esperar compañía,
vio venir un caballero,
que a París lleva la guía.
La niña, desque lo vido,
desta suerte le decía:
- Si te place, caballero,
llévesme en tu compañía.
- Pláceme, dijo, señora,
pláceme, dijo, mi vida.-
Apeóse del caballo
por hacelle cortesía:
puso la niña en las ancas
y subiérase en la silla:
en el medio del camino
de amores la requería.
La niña, desque lo oyera
díjole con osadía:
- Tate, tate, caballero,
no hagáis tal villanía:
hija soy yo de un malato
y de una malatía;
el hombre que a mi llegase
malato se tornaría.-
Con temor el caballero
palabra no respondía,
y a la entrada de París
la niña le sonreía.
- ¿De qué os reís, mi señora?
¿De qué os reís, vida mía?
- Ríome del caballero,
y de su gran cobardía.
¡Tener la niña en el campo,
y catarle cortesía! -
Con vergüenza el caballero
estas palabras decía:
- Vuelta, vuelta, mi señora,
que una cosa se me olvida.
La niña, como discreta
dijo: - Yo no volvería,
ni persona, aunque volviese,
en mi cuerpo tocaría
Hija soy del rey de Francia
y la reina Constantina,
el hombre que a mí llegase
muy caro le costaría.
Anónimo
2 comentarios :
Yo siento, Ana, como gallega, especial devoción por los tres cancioneros de lírica galaico-portuguesa: el de Ajuda (el más antiguo, de aprox. 1280); el Colocci-Brancuti y el de la Biblioteca Vaticana. No puedo tampoco olvidarme de las bellísimas Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, de lírica religiosa.
Los poemas líricos contenidos en estos cancioneros reciben el nombre de "cantigas", que se agrupan en tres géneros: cantigas de amor, de amigo y de escarnio o " maldizer". En particular destacan las cantigas de amigo, exclusivas de esta lírica, puestas siempre en boca de mujeres y cuyo tema es el amor; están siempre relacionadas con la Naturaleza y en especial con el mar.
Una de las más famosas es "Ondas do mar de Vigo" de Martín Códax, un juglar gallego probablemente vigués.
Han sido versionadas en multitud de ocasiones; son composiciones bellísimas en la lengua medieval que se hablaba en el noroeste peninsular y que dio lugar al portugués y al gallego actuales. Para nosotros es hoy en día un placer y un privilegio poder leer y escuchar cantar estos textos en la lengua vernácula de sus autores.
Mil saudosos saludos.
Profedegriego voy a buscarlas, seguro que me encantan. Un beso.
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