LOS TEMPLARIOS Y LA BANCA
En el año 1150, los templarios inventaron un sistema para proteger a los viajeros cristianos de los saqueadores de caminos. Antes de salir de viaje, los peregrinos depositaban sus objetos de valor en unas cajas custodiadas por los templarios. A cambio recibían una nota con un código cifrado.
Cada vez que necesitaban dinero, los peregrinos lo pedían en la encomienda local templaria, que les entregaba la cantidad solicitada y les daban un nuevo código en la misma nota. La única forma de robarles el dinero era descifrando el código. Cuando regresaban los viajeros, recogían sus pertenencias con la nota, o pagaban su factura.
Los templarios también ofrecían servicios parecidos a los bancos; transferencias, alquiler de cajas fuertes, planes de pensiones. La ventaja era que no cobraban intereses a sus clientes, sino rentas o alquileres. La iglesia hacia la vista gorda.
En 1139 Inocencio III público una bula que concedía a los templarios muchos privilegios. Se les permitía atravesar fronteras, no pagaban impuestos y estaban por encima de toda autoridad, exceptuando la del Papa. A principios del siglo XIV, la Orden del Temple constituía la más importante empresa bancaria mundial.
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