LOS MONJES TRAPENSES EN LA TRAPA (MALLORCA)
Los monjes trapenses, una de las muchas familias de la Orden Benedictina, nacieron de una excisión de la Orden del Cister y surgieron en el siglo XVII en Normandía. Desde Foret de La Trappe, tras ser expulsados de Francia durante la Revolución Francesa, llegaron a Mallorca cuarenta trapenses en el año 1810. Se instalaron en el valle de Sant Josep, en el extremo sureste de la Serra de Tramuntana, frente a la Isla de Sa Dragonera (Mallorca).
La rigidez de estos monjes era absoluta, en ese inhóspito valle, ahora conocido como La Trapa. Nunca comían pescado ni carne ni huevos, salvo en caso de enfermedad. Durante la Cuaresma tenían prohibido beber leche. Rezaban seis veces al día y se comunicaban por señas. En el caso de tenerse que comunicar oralmente, antes tenían que consultárselo al prior y apuntarle el tema que iban a tratar. Dormían vestidos sobre paja sin triturar y, por almohada, una simple piedra.
Construyeron la única fuente que hay en muchos kilometros, también edificaron su residencia, una capilla y otras dependencias en las que trabajaban; telares, carpinterías, molino... Como curiosidad transportaron tierra a una zona en la que sólo había rocas. Trasformaron todas las pendientes de la zona en un espacio cultivable y habitable.
Después de 10 años en los que vivieron aquí, La Trapa pasó a diferentes manos y todo el conjunto de edificios y huertos, se amplió y se convirtió en una finca dedicada a labores agrícolas. Durante el siglo XX, la finca se abandonó y quedó en ruinas.
En el año 1980 el GOB (Grup Balear d’ Ornitologia y Defensa de la Naturalesa) la adquirió por suscripción popular y se hizo cargo de su recuperación. Actualmente este espacio natural está dedicado al excursionismo, la investigación, la conservación de la naturaleza y la educación medio ambiental.
La rigidez de estos monjes era absoluta, en ese inhóspito valle, ahora conocido como La Trapa. Nunca comían pescado ni carne ni huevos, salvo en caso de enfermedad. Durante la Cuaresma tenían prohibido beber leche. Rezaban seis veces al día y se comunicaban por señas. En el caso de tenerse que comunicar oralmente, antes tenían que consultárselo al prior y apuntarle el tema que iban a tratar. Dormían vestidos sobre paja sin triturar y, por almohada, una simple piedra.
Construyeron la única fuente que hay en muchos kilometros, también edificaron su residencia, una capilla y otras dependencias en las que trabajaban; telares, carpinterías, molino... Como curiosidad transportaron tierra a una zona en la que sólo había rocas. Trasformaron todas las pendientes de la zona en un espacio cultivable y habitable.
Después de 10 años en los que vivieron aquí, La Trapa pasó a diferentes manos y todo el conjunto de edificios y huertos, se amplió y se convirtió en una finca dedicada a labores agrícolas. Durante el siglo XX, la finca se abandonó y quedó en ruinas.
En el año 1980 el GOB (Grup Balear d’ Ornitologia y Defensa de la Naturalesa) la adquirió por suscripción popular y se hizo cargo de su recuperación. Actualmente este espacio natural está dedicado al excursionismo, la investigación, la conservación de la naturaleza y la educación medio ambiental.
4 comentarios :
hola
yo conozco los Cartujos,
pero esta que acabad de contar
se las trae en normas duras
aunque yo me estudie bien a cual acudir, si lo llego a saber me apunto a estos
dormir yo he dormido en paja, y no me importo, en la Cartuja pero con ¿piedra? la almohada es de paja
lo que no me gusta es que abandonaran el lugar
bueno es saber que se ha recuperado para bienes comunes
un abrazo
Hace mucho no te comentaba, en gran medida debido a la carga de trabajo reciente. Sin embargo te confirmo que sigo con gusto tus posts.
El relato de los Cartujos me remitió a una novela de Ciencia Ficción de hace ya muchos años, creo que se titulaba: "Maestro Cantor", seguramente inspirada en la ruda vida de estos religiosos, pero con el giro de hacerlos venerar (en la novela) al canto. La dureza de la piedra y el frio de los monasterios puede ser nada comparado con la pétrea y gélida consistencia de algunos corazones humanos...
Un abrazo Ana!
G.
José Jaime, ¿has estado en los Cartujos?. Sí que es una pena que abandonasen el lugar.
Un beso.
G. muchas gracias por leerme y espero que la carga de trabajo mejore, aunque con los tiempos que corren, mejor no quejarnos.
No he leido ese libro, pero me encantaría hacerlo, parece interesante.
Un beso.
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