DESCRIPCIÓN DE CARLOMAGNO
Según cuenta su biógrafo Eginardo, Carlos I el Grande, Carlomagno, era ancho de espaldas, muy alto, robusto, tenía la cabeza redonda y los ojos grandes de mirada despierta, la nariz era desproporcionada, sus cabellos eran blancos, y la expresión de su rostro agradable y sonriente. Su porte emanaba autoridad y dignidad. Cabalgaba a menudo, cazaba y nadaba, y le gustaba bañarse.
Aunque era moderado con la bebida, no lo era tanto con la comida, su cena diaria consistía en cuatro platos, además de la carne de caza asada, que era su plato favorito, a pesar de que los médicos le desaconsejaban comerla y le recomendaban alimentos hervidos. También tomaba algo de fruta. Después de comer hacía una larga siesta. Si por la noche se desvelaba, tomaba trozos de pergamino y escribía.
Por la mañana mientras se vestía, recibía en audiencia, escuchaba las demandas y pleitos que la justicia ordinaria no había podido resolver, y dictaba las sentencias. Se expresaba con claridad y elocuencia y tenía facilidad de palabra.
Vestía a la usanza de los francos; camisa y calzoncillos de lino y túnica con ribetes de seda, llevaba las piernas vendadas, y los pies calzados. En invierno se cubría con un jubón de piel de nutria o de marta. Los días de fiesta llevaba un vestido bordado en oro, zapatos con pedrería, un broche de oro sujetándole la capa, y una diadema con piedras preciosas.
Aunque era moderado con la bebida, no lo era tanto con la comida, su cena diaria consistía en cuatro platos, además de la carne de caza asada, que era su plato favorito, a pesar de que los médicos le desaconsejaban comerla y le recomendaban alimentos hervidos. También tomaba algo de fruta. Después de comer hacía una larga siesta. Si por la noche se desvelaba, tomaba trozos de pergamino y escribía.
Por la mañana mientras se vestía, recibía en audiencia, escuchaba las demandas y pleitos que la justicia ordinaria no había podido resolver, y dictaba las sentencias. Se expresaba con claridad y elocuencia y tenía facilidad de palabra.
Vestía a la usanza de los francos; camisa y calzoncillos de lino y túnica con ribetes de seda, llevaba las piernas vendadas, y los pies calzados. En invierno se cubría con un jubón de piel de nutria o de marta. Los días de fiesta llevaba un vestido bordado en oro, zapatos con pedrería, un broche de oro sujetándole la capa, y una diadema con piedras preciosas.
2 comentarios :
Qué gran hombre!
Se respira honradez de la descripción que nos has puesto... Ójala muchos mandatarios fueran como el o simplemente se acercaran un poco...
Jelens tienes razón da toda la impresión de ser una buena persona.
Un beso.
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