HISTORIA DE LA PORCELANA
Siglos atrás se denominaba porcelana a todas las piezas artísticas realizadas con concha o nácar, porque su superficie brillante recordaba el brillo de una concha, a la que los italianos llamaban “porcellana” (puerco pequeño) a causa de su forma.
El primero que aplicó el nombre de porcelana a las piezas más blancas y brillantes de cerámica, fue Marco Polo, en su relato del viaje y estancia en China, o sea, que se le dio el nombre de lo que hoy conocemos como “porcelana china”, ya que su origen está en china.
Más tarde se fue llamando con el nombre de porcelana a todas las piezas de cerámica que se parecían a las chinas. En el pueblo chino de Fukién desde hace siglos se fabrican piezas de una porcelana que no ha tenido rival y que es la blanca, la que llaman con el nombre francés de “Blanch de Chine”.
La primera pasta dura de porcelana fabricada en Europa se hizo en Meissen (Alemania). Su descubrimiento se atribuye a Juan Federico Böttger de Schleiz, en Turingia, que nació en 1685 y entró a prestar sus servicios en la corte del elector de Sajonia y rey de Polonia, Federico Augusto (Augusto II), en Dresde.
Al darse cuenta de la importancia del descubrimiento, la corte de Dresde estableció una fábrica de porcelana en la fortaleza de Albrechtsburg, en Meissen (cerca de Dresde), para que la fabricación se llevara con el mayor secreto. La fábrica prosperó tanto en tan poco tiempo, que en 1732 sus porcelanas habían alcanzado tanta fama, que se exportaban a Constantinopla y a otros países de Oriente.
Kandler, uno de los modeladores llegados a Meissen en 1731, introdujo una gran innovación en las porcelanas de esta fábrica, las estatuillas y figuras, características desde entonces de las porcelanas de Meissen.
En España, la primera fábrica de porcelana la fundó en el siglo XVIII, el Marqués de Sargadelos, en Lugo.
El primero que aplicó el nombre de porcelana a las piezas más blancas y brillantes de cerámica, fue Marco Polo, en su relato del viaje y estancia en China, o sea, que se le dio el nombre de lo que hoy conocemos como “porcelana china”, ya que su origen está en china.
Más tarde se fue llamando con el nombre de porcelana a todas las piezas de cerámica que se parecían a las chinas. En el pueblo chino de Fukién desde hace siglos se fabrican piezas de una porcelana que no ha tenido rival y que es la blanca, la que llaman con el nombre francés de “Blanch de Chine”.
La primera pasta dura de porcelana fabricada en Europa se hizo en Meissen (Alemania). Su descubrimiento se atribuye a Juan Federico Böttger de Schleiz, en Turingia, que nació en 1685 y entró a prestar sus servicios en la corte del elector de Sajonia y rey de Polonia, Federico Augusto (Augusto II), en Dresde.
Al darse cuenta de la importancia del descubrimiento, la corte de Dresde estableció una fábrica de porcelana en la fortaleza de Albrechtsburg, en Meissen (cerca de Dresde), para que la fabricación se llevara con el mayor secreto. La fábrica prosperó tanto en tan poco tiempo, que en 1732 sus porcelanas habían alcanzado tanta fama, que se exportaban a Constantinopla y a otros países de Oriente.
Kandler, uno de los modeladores llegados a Meissen en 1731, introdujo una gran innovación en las porcelanas de esta fábrica, las estatuillas y figuras, características desde entonces de las porcelanas de Meissen.
En España, la primera fábrica de porcelana la fundó en el siglo XVIII, el Marqués de Sargadelos, en Lugo.
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