VIRGA AUREA
Bonaventure James Hepburn (1573-1620), nacido en Escocia, era miembro de la austera orden de San Francisco de Paul. Fue bibliotecario del papa Pablo V y se especializó en el estudio de los manuscritos orientales depositados en El Vaticano.
Su libre acceso a estas fuentes le permitió recopilar uno de los códices más ricos que se conocen, el llamado “Virga Aurea”, Bonaventure era un erudito que dominaba sesenta y cinco lenguas, habladas y escritas. Esto le resultó de gran utilidad para descifrar y traducir toda clase de textos antiguos.
Su tratado es una variada compilación de palabras mágicas destinadas a facilitar la tarea de los magos, alquimistas y ocultistas de la época. Servía como manual o recordatorio.
Es curioso que El Vaticano, que reprimió la actividad esotérica, no prohibiera el libro. Se cree que el objetivo que se persiguió fue sustituir los componentes paganos de las invocaciones, por otros de intenso contenido religioso, incluyendo a santos y mártires venerados por los católicos.
La virga Aurea fue publicado como un gran grabado en Roma en 1616, aunque parece ser que existía un manuscrito que sería anterior al grabado. Con la intención de huir de las acusaciones de herejía, los sabios de la época ocultaban sus pensamientos a través de lenguajes herméticos que solamente comprendían personas con un alto grado de sabiduría.
Esta simbología se apoyaba en la diversidad de caracteres, versos, palabras enigmáticas, anagramas, términos a los que se les extraían las vocales, alternancias del vocabulario hebreo, griego y latino, letras inventadas y números.
Consta de una lista en cuatro columnas con los setenta alfabetos, junto con un pequeño emblema y un pasaje corto de la Biblia. Estas listas están encabezadas por una imagen de la Virgen María, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y las imágenes de San Pedro y posiblemente de San Andrés.
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