SE ACOSTUMBRÓ
Se acostumbró a ocupar toda la cama al dormir, a no cocinar los domingos y a volver a la hora que le de la gana. Se acostumbró a no dar explicaciones y hacer lo que le gusta sin que nadie la critique.
Se acostumbró a comer a la media noche y a ver sus programas favoritos, a cantar en voz alta y bailar por toda la casa sin que nadie la tache de loca. Se acostumbró a recibir llamadas a cada rato y contestar mensajes muy tarde, a salir con amigos y viajar uno que otro fin de semana.
Se acostumbró al olor del café por las mañanas y a caminar descalza por el jardín, a tardar cuando le toca arreglarse y a cancelar citas a último momento sólo porque no tiene ganas de salir.
Se acostumbró a ella, a sus cosas, a su vida, a estar sola.
Se acostumbró a no esperar nada de nadie.
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