JEAN MURET Y SU VISIÓN DE LA SEMANA SANTA
Jean Muret, sacerdote francés, estuvo en España como miembro
de una embajada enviada por Luis XIV en 1666, para negociar el cobro de la dote
de María Teresa de Austria. Durante su viaje escribió una serie de cartas a
través de las cuales dejó sus impresiones sobre España. En una de ellas,
escrita en Madrid el 9 de abril de 1667, describió la Semana Santa en Madrid.
El viajero opinaba que el vicio estaba más presente estos
días, debido a que la población tenía más libertad de salir con la excusa de asistir
a las procesiones y a los oficios.
En su relató contó cómo eran las procesiones que recorrían
las calles de Madrid. Decía que en ellas participaban todos los oficios de la
ciudad, incluidos los comediantes. Las personas de clase social alta podían ir
vestidas con mejores ropas, los demás llevaban un hábito negro con un capuchón.
Los gremios que formaban la procesión portaban sus
estandartes y trompetas. Los mayordomos de las cofradías llevaban un bastón en
la mano y conservaban el orden de los participantes. Cuenta Muret que algunos
de los participantes hacían paradas en las tabernas y algunos de ellos llegaban
a estar borrachos. Según Muret, lo más bonito de la procesión eran los pasos
alumbrados por antorchas de cera.
Las procesiones duraban los tres días de Tinieblas, del
miércoles al Viernes Santo. El Santo Sacramento se guardaba en un cofre cerrado
con una llave que guardaba una persona notable.
A Muret la visión de los penitentes le provocaba angustia,
pero pensaba que si tenían devoción merecían ser premiados por dios. El sábado
observó el lanzamiento de pequeños papeles desde la bóveda de la iglesia con
pequeñas imágenes y la palabra aleluya.
Para terminar, hizo una pequeña mención a la ceremonia del
lavatorio de los pies en el Palacio Real. El rey en persona les servía la
comida a los pobres y les lavaba los pies.
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