24 de mayo de 2017

VAQUEROS Y GANADO


Después de la Guerra de Secesión había en Texas multitud de ganado. Al final de la guerra su precio había bajado a cuatro dólares por cabeza. Esos bueyes que no valían nada invadían Texas, y por el otro, el resto del país pedía carne de buey, pero no había ferrocarril para transportarla.

Así pues, se conducía a los bueyes a lo largo de las pistas que atravesaban cientos de millas de tierras salvajes llenas de indios. En 1866 el primer rebaño de Texas cruzó el río Rojo. En 1877 se fundó la ciudad de Abilene al final del Kansan Pacific Railroad, y a partir de ese momento la ruta quedaba abierta, y grandes rebaños fueron cada año hacia el norte. Acababa de nacer el cow-boy.

Las primeras brigadas que se lanzaron era duras, había solo tres o cuatro caballos por cada hombre, no había tiendas y muy pocas capas impermeables. Los muchachos no protestaban nunca, pues se habían criado en un medio idéntico al que encontraban en las rutas. En sus hogares su único menú era maíz y bacon, suelo de tierra en las casas y ni el más mínimo lujo. La mayoría de ellos venía del Sur, eran bandas de salvajes y de pendencieros.

Se cubrían con grandes sombreros de castor de ala ancha, de color negro o marrón y de copa baja, vestían camisas de fantasía, botas de altos tacones y en ocasiones una especie de guardapolvos.

A medida que el negocio prosperó, se produjeron grandes cambios en sus vestimentas. El sombrero Stetson blanco, de copa alta, sustituyó al anterior, las camisas seguían siendo de fantasía con bolsillos y pantalones californianos de rayas o cuadros, fabricados en Oregon City, los mejores que se hacían para montar a caballo. También aparecieron los impermeables.

Los viejos Colts con cañón de doce pulgadas se sustituyeron por otros de cañón de seis pulgadas o de siete pulgadas y media.

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