19 de mayo de 2014

FERNANDO I DE PARMA Y SUS PROBLEMAS DE HIGIENE


En el siglo XVIII existía la creencia de que lavarse o bañarse resultaba fatal para la salud. Lo que viene a continuación es un claro ejemplo de ello, el protagonista es: Fernando de Borbón-Parma (1751-1802), que reinó como Fernando I de Parma. Hijo de Felipe I de Parma y Luisa Isabel de Francia, nieto de Felipe V. se casó el 27 de junio de 1769 con María Amelia de Habsburgo-Lorena, hija de María Teresa I de Austria y Francisco de Lorena. Además hermana de María Antonieta.

Al principio de su matrimonio, tuvo problemas para poder consumarlo. Mathieu de Basquiat, barón de la Houze, ministro de Luis XV en Parma, le escribió unas cartas a Étienne François de Choiseul (1719-1785), duque de Choiseul, en referencia a ese problema de Fernando I. Estos son algunos extractos de esas misivas:

12 de agosto de 1769

“Hay detalles de los que creo no poder dar cuenta sino a vos solo, reservadamente. Me había apresurado, Monseñor, en informaros el 21 del mes último, según una confidencia que el señor Auguste de Keralio (preceptor de Fernando desde los seis años) me había hecho y que sabía directamente del infante, que sin duda había entendido mal, que el matrimonio de este príncipe estaba consumado, cuando hace algunos días me sorprendió el saber de buena parte que esta obra estaba aún sin comenzar.

Hable secretamente al señor marqués de Felino, que luego empleó el señor Keralio para descubrir la verdad de las cosas. Se han encontrado tales como me las habían contado, y este antiguo subgobernador de su Alteza Real me ha confiado que una causa física se oponía a la satisfacción de los deseos del infante, que sufría tanto en la erección por la tirantez del frenillo que sujeta el prepucio y le impedía hacer uso del pene.

Tal es la situación del este joven príncipe, que diariamente aplica baños de leche a esa parte, por prescripción del señor Stork, médico alemán agregado a la corte de Viena, que ha seguido hasta aquí a la archiduquesa infanta; pero, hablando aún ayer por la noche sobre este asunto con el señor Felino, hemos convenido que era más bien asunto de la competencia del señor Vacher, hábil cirujano francés establecido en París y que el infante acababa de llamar a su servicio en calidad de cirujano primero. Hay frecuentes ejemplos de parecidas operaciones, que consisten en un ligero corte de bisturí para quitar este impedimento del que Su Alteza Real sufre”.

23 de septiembre de 1769

“Por lo que toca a la situación del infante referente a su matrimonio, por fin he conseguido, Monseñor, descubrir positivamente la incomodidad que se oponía a la satisfacción de los deseos de este príncipe. El señor Stork médico de la corte de Viena, se había equivocado al asegurar que provenía del frenillo, que no estaba roto y que impedía al infante “desencasquetar”. No era ahí donde radicaba en el obstáculo. Se había formado entre el prepucio y el glande un cerco compuesto de materia que se había endurecido de tal manera que había hecho engrosar considerablemente esta parte del pene y que sujetaba tan fuerte al prepucio que cubría el glande, que la mera erección era dolorosa al infante.

Ha sido preciso, para librarle de esta incomodidad, aplicarle varias inyecciones de un agua detergente que ha llegado insensiblemente a disolver este cerco de materia endurecida, y hasta esta mañana no ha podido el príncipe descapullar. El médico que ha asistido a Su Alteza Real, y que siempre ha estado sólo con él en su gabinete, me ha confiado haber observado que esta especie de anillo de materia endurecida había comenzado ya a corroer la piel interior del prepucio, pero que mediante algunos baños en esa parte y otros de agua fría que el infante tomaría, contaba con seguridad que su matrimonio sería consumado luego…”

El 4 de noviembre de 1769, le escribió a Choiseul, diciéndole que el matrimonio se había consumado y que el infante. Estas cartas se encuentran en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores de París.

2 comentarios :

El reportero Histórico DICE

Interesante.

Ana DICE

Mario, muchas gracias. Un saludo.