24 de septiembre de 2013

LA EDUCACIÓN EN EL ANTIGUO PUEBLO HEBREO


El objetivo principal de la educación del Antiguo pueblo Hebreo estaba formulado por Yahvéh, que era para los judíos la santidad. La operación santificadora consistía en la transformación del hombre carnal en hombre espiritual. El procedimiento para alcanzar ese objetivo se basaba en cumplir la voluntad de Dios. Era Dios el que tomaba la iniciativa, el que elegía, llamaba, daba toda la ayuda necesaria, iluminaba y enseñaba.

Todos los hijos de Israel eran enseñados por ese Dios, y lo hacía a través de diferentes instrumentos: padres, profetas, sacerdotes, maestros, sabios, ángeles, etc.

En el primer lugar aparecía el padre, él era el que desempeñaba la triple función de educador y sacerdote. Debía trasmitirles a sus hijos el legado religioso del pasado nacional, era una especie de catequesis básica que comprendía los elementos esenciales de la fe de sus padres, los preceptos de la ley divina. A los padres les correspondía también enseñar los conocimientos elementales, en las costumbres, conducta moral y trasmitirles las tradiciones nacionales y las tradiciones religiosas como el rito de Pascua.

En los primeros años, la educación de los niños, especialmente la moral, estaba encargada a la madre o a la nodriza. Durante estos años, el niño pasaba la mayor parte del tiempo jugando en las calles con figuras de barro cocido, cantando y bailando.

Al principio de la adolescencia, los muchachos pasaban al cuidado del padre, su educación se consideraba uno de los deberes más sagrados. También le correspondía al padre la formación profesional de los hijos varones. Los oficios y las técnicas se solían transmitir de padres a hijos.

El papel educativo del padre, derivaba del concepto padre-jefe de familia, así el sacerdote o el maestro eran llamados padre, y que la relación maestro-discípulo se expresaba con los términos de padre y de hijo.

La educación de las hijas era competencia de la madre, quien le enseñaba todo lo necesario para el oficio de esposa y señora de la casa. La mujer se libraba sobre todo por la maternidad y el sacrificio. Las hijas estaban dispensadas del estudio de la Ley.

Uno de los más importantes educadores de la cultura hebrea era el sacerdote, que tenía la responsabilidad de enseñar al pueblo sobre los preceptos de la Ley y sobre la historia del designio de Dios. La misión del sacerdote era la ofrenda de los sacrificios, la administración de los bienes del Templo y su vigilancia. 

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